Etiqueta Archivos: Extrema Derecha

El desguace como política de Estado: Informe demuestra las regresiones ambientales del gobierno libertario

Este jueves 7 de agosto de 2025 se presentó el primer Informe de Regresiones Ambientales de AAdeAA-CAJE durante los dos años del gobierno de Milei

Desde diciembre de 2023, Argentina atraviesa el mayor retroceso en derechos económicos, sociales, ambientales y culturales desde la recuperación de la democracia. El negacionismo climático se convirtió en política de Estado. En nombre de la libertad, el gobierno libertario ejecuta un programa de saqueo planificado: se derogan leyes, se destruyen organismos públicos, se entregan ríos y montañas, y se criminaliza a quienes defienden el agua, la tierra y la vida.

El nuevo Informe de Regresiones Ambientales, elaborado por la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas-Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial, documenta en detalle este proceso de desguace que abre aun más a la desprotección y explotación de los bienes naturales, mientras nos deja indefensos ante los graves impactos de la crisis climática. 

La presentación pública se realizó este jueves 7 de agosto en Rodriguez Peña 356, en el Centro de Documentación e Investigación de la cultura de Izquierdas (CeDInCI).

  • 10 ejes de regresión: combustibles fósiles, desmontes, incendios e inundaciones, minería del litio, minería metálica a cielo abierto, privatización de ríos, criminalización de la protesta, plan de inteligencia antidemocrático, vaciamiento de normativas y más.
  • Organismos debilitados, vaciados y/o reemplazados: desde el Ministerio de Ambiente hasta el INTA, el INA y ACUMAR, INAI, Dirección Nacional de Emergencias, entre otros.
  • Disolución de organismos: Dirección Nacional de Agroecología, INAFCI, INASE, ENOHSA, entre otros.
  • Innumerables leyes y fondos afectados, desmantelados o derogados

La Ley Bases y el RIGI no son reformas: son blindajes jurídicos para legalizar el despojo. El Estado deja de ser garante de derechos y se convierte en cómplice del extractivismo.

El Informe será presentado formalmente ante la Cámara de Diputados y el Senado Nacional así como en organismos internacionales como las autoridades del Acuerdo de Escazú.

Este informe no solo sistematiza una política de negacionismo climático y de profundización del extractivismo. Es también una herramienta para imaginar y defender otro futuro, fundado en la protección de la vida, la defensa de los derechos y la participación democrática.

Al trascender la denuncia, el informe representa un acto de memoria colectiva sobre los retrocesos y violencias de estos últimos tiempos. Sistematiza la regresión, pero también señala caminos para resistir y reconstruir. Propone claves para defender lo común, activar redes, exigir justicia.

Porque narrar el saqueo y el negacionismo climático es urgente. Pero imaginar salidas también es un acto político. La política ambiental de Milei no es una anomalía: es el proyecto. Y hay que frenarlo.

La Derecha Fest: extractivismo, odio y guerra cultural

En nombre de la libertad del mercado, los libertarios siguen braceando la reducción (sino demolición) del Estado-Nación, la ridiculización de las disidencias de pensamiento, la criminalización de las protestas ecosociales y la banalización de la agenda vinculada a la ampliación de derechos

Por Lucas Micheloud para el Ciudadano

Este martes 22 la ciudad de Córdoba fue escenario de un evento que, si bien podría entenderse como una excentricidad libertaria, refleja muy bien el momento político y cultural que atraviesa nuestro país: “La Derecha Fest” fue promocionada como “el evento más anti-zurdo del mundo”, organizado por think tanks de extrema derecha (Fundación Faro, Gaucho Agencia de la Batalla Cultural, Hojas del Sur, La Derecha Diario, entre otros) que reunió a influencers y operadores ideológicos de la ultraderecha, con entradas valuadas en $35.000 pesos, y que incluyó un discurso del presidente Javier Milei.

Sin embargo, La Derecha Fest no fue sólo un espectáculo ideológico, sino otro intento por instalar un nuevo sentido común que presenta al mercado como el único horizonte posible. De esta forma, en nombre de la libertad del mercado, los libertarios siguen braceando la reducción (sino demolición ) del Estado-Nación, la ridiculización de las disidencias de pensamiento, la criminalización de las protestas ecosociales y la banalización de la agenda vinculada a la ampliación de derechos.

Los buenos y los malos, simplificar para esconder

Por lo general los discursos de los libertarios (así sucedió en La Derecha Fest) tienen una estratégica simplificadora, que divide el mundo entre “progreso o zurdos”, “libertad o comunismo” ,“ciudadanos de bien o militantes rentados”, construyendo una lógica binaria que no sólo niega la complejidad de los debates políticos y el alcance de los conflictos ecosociales actuales, sino que elimina deliberadamente las causas estructurales de la crisis ecológica, social y democrática que atravesamos.

En este marco, el ambientalismo ha sido designado por el oficialismo nacional como uno de los principales enemigos internos del gobierno, acusado de liderar un supuesto “marxismo cultural” que conspiraría contra la soberanía nacional y el desarrollo económico nacional que se postula como “punto de partida para la libertad de los argentinos” (así calificado en el nombre de la denominada Ley Bases).

Todas las derechas en sintonía

Esta estrategia no es un invento argentino, sino parte de un patrón común transnacional que une a las extremas derechas, y vincula concretamente a Milei con figuras como Trump, Bolsonaro o Vox, todos ellos paladines de una cruzada contra la llamada “agenda woke”, término comodín que les permite rechazar cualquier política de ampliación de derechos, protección ecológica, igualdad de género, saberes campesinos y ancestrales o reconocimiento de diversidades.

Así, bajo la simulación de “combatir el adoctrinamiento”, lo que hacen los libertarios locales es despolitizar el conflicto, deslegitimar al adversario (calificado frecuentemente como “enemigo”) y naturalizar un modelo que se estructura en la desigualdad social, la desregulación y promoción del extractivismo y el vaciamiento del Estado.

Todo ambientalismo es político, y está bien

En el plano socioambiental, esto se traduce en una ofensiva directa contra la institucionalidad ambiental a partir de la derogación o modificaciones regresivas de leyes ambientales que fueron el fruto de décadas de luchas y movilizaciones populares en nuestro país, por ejemplo, las leyes de Bosques (26.331) y Glaciares (26.639).

Frente a esta avanzada debemos reafirmar el carácter profundamente político del ambientalismo en Argentina, que no es conservador sino profundamente revolucionario.

Tampoco es teórico ni surge del romanticismo con la naturaleza, sino que nace de las necesidades emergentes de los territorios de nuestro país: desde Andalgalá a Jáchal, de Uspallata al Impenetrable Chaqueño, del Delta del Paraná a la Costa Atlántica, de los Salares Altoandinos al Golfo San Matías, del Lago Mari Menuco al Quebracho en Villa Allende.

Este ambientalismo que el presidente desprecia y califica como enemigo lleva también en su génesis las históricas resistencias de las comunidades campesinas y pueblos originarios que defienden la tierra y los bienes comunes hace décadas –sino siglos– denunciando los impactos del modelo extractivista.

Más que ideología, una disputa por el bien común

Por eso lo que está en juego no es simplemente un debate ideológico, sino una disputa profunda sobre el sentido de lo común, sobre la organización del tejido social y sobre la posibilidad de un futuro vivible en nuestro planeta tierra, rechazado las distopías escapistas hacia Marte o planetas distantes en nuestro Sistema Solar como la solución para gestionar el colapso climático y ecológico.

Mientras la extrema derecha siga banalizando las múltiples crisis socioecológicas y reduzcan los territorios a zonas de sacrificio o tierras raras, el ambientalismo deberá intensificar su radicalidad, potenciar su pensamiento crítico (y creativo), insistiendo en que no hay justicia social sin justicia ambiental.

La guerra como modelo de acción de los libertarios

No sorprende que la guerra cultural sea explícita cuando el abogado y biógrafo de Milei, Nicolás Márquez, declara sin tapujos en La Derecha Fest: “No crean que estamos en una democracia noruega, estamos en guerra. A nuestros enemigos tenemos que exterminarlos políticamente, ideológicamente, espiritualmente.” Esta declaración revela la naturaleza autoritaria y beligerante del proyecto político que hoy amenaza no solo las conquistas sociales, culturales y democráticas, sino también la justicia ecosocial.

El ambientalismo no está en guerra. Todo lo contrario. Venimos a proponer un nuevo Pacto Ecosocial, basado en la ética del cuidado, la solidaridad, justicia y paz con la naturaleza y todas las formas de vida que habitan nuestro planeta. En un clima de época que celebra el saqueo de los bienes naturales y se rinde culto a la libertad de mercado, seguiremos reafirmamos nuestros principios y convicciones, sin retroceder ni condicionar nuestras acciones.

(*) Co-Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Abogados y Abogadas Ambientalistas

Presentación Regresiones Ambientales

EL DESGUACE COMO POLÍTICA DE ESTADO: INFORME DEMUESTRA LAS REGRESIONES AMBIENTALES DEL GOBIERNO LIBERTARIO

Este jueves 7 de agosto a las 15hs se presentará en el CeDINCi el primer informe del retroceso ambiental durante los dos años del gobierno de Milei

Desde diciembre de 2023, Argentina atraviesa el mayor retroceso en derechos económicos, sociales, ambientales y culturales desde la recuperación de la democracia. El negacionismo climático se convirtió en política de Estado. En nombre de la libertad, el gobierno libertario ejecuta un programa de saqueo planificado: se derogan leyes, se destruyen organismos públicos, se entregan ríos y montañas, y se criminaliza a quienes defienden el agua, la tierra y la vida.

El nuevo Informe de Regresiones Ambientales, elaborado por la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas-Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial, documenta en detalle este proceso de desguace que abre aun más a la desprotección y explotación de los bienes naturales, mientras nos deja indefensos ante los graves impactos de la crisis climática. 

La presentación pública se hará este jueves 7 de agosto a las 15hs. en Rodriguez Peña 356, en el Centro de Documentación e Investigación de la cultura de Izquierdas (CeDInCI)

  • 10 ejes de regresión: combustibles fósiles, desmontes, incendios e inundaciones, minería del litio, minería metálica a cielo abierto, privatización de ríos, criminalización de la protesta, plan de inteligencia antidemocrático, vaciamiento de normativas y más.
  • Organismos debilitados, vaciados y/o reemplazados: desde el Ministerio de Ambiente hasta el INTA, el INA y ACUMAR, INAI, Dirección Nacional de Emergencias, entre otros.
  • Disolución de organismos: Dirección Nacional de Agroecología, INAFCI, INASE, ENOHSA, entre otros.
  • Innumerables leyes y fondos afectados, desmantelados o derogados.

La Ley Bases y el RIGI no son reformas: son blindajes jurídicos para legalizar el despojo. El Estado deja de ser garante de derechos y se convierte en cómplice del extractivismo.

Este informe no solo sistematiza una política de negacionismo climático y de profundización del extractivismo. Es también una herramienta para imaginar y defender otro futuro, fundado en la protección de la vida, la defensa de los derechos y la participación democrática.

Al trascender la denuncia, el informe representa un acto de memoria colectiva sobre los retrocesos y violencias de estos últimos tiempos. Sistematiza la regresión, pero también señala caminos para resistir y reconstruir. Propone claves para defender lo común, activar redes, exigir justicia.

Porque narrar el saqueo y el negacionismo climático es urgente. Pero imaginar salidas también es un acto político. La política ambiental de Milei no es una anomalía: es el proyecto. Y hay que frenarlo.

📍 LA PRESENTACIÓN: Jueves 7 de agosto – 15 hs. CEDINCI – 

La hipnosis de la política

En este lado del río Uruguay, la gente de Colón viene resistiendo un frente de tormenta densa y oscura desde hace meses, la posible construcción de una planta de e- combustibles de la empresa Hif Global frente a la ciudad, del otro lado del rio. Mansa tormenta, como se diría en este rincón de la provincia.

El rio es el compinche común del cual todos hablan: si está crecido, si está bajando, hasta donde llegó, si ya cruzó la costanera o subió al playón de turismo, si hay algas verdes o si está limpio, que el agua de la canilla está saliendo marrón, etc., etc.

El rio, siempre el rio como la columna de la existencia común, de la vida en común, de charlas y encuentros, asados, de grupos de WhatsApp.

Porque quien habla de rio habla de agua.

En la época de la posverdad donde la palabra está mancillada, mareada en su cadena de significantes y significados; hay una verdad que no se puede soslayar y resiste a los cambios de los tiempos: El agua provee vida, sin agua no hay vida. Por lo tanto, Agua es Vida, y así nos reconocemos como seres agua, seres río.

Pero los colonenses van un poco más cerca de nuestra humanidad diciendo: El Aire también es Vida.

Desde que la comunidad se enteró de la noticia de que esta empresa pretendía instalarse frente a ellos, movió todos los hilos que pudo en el seno de la sociedad y en el del mundo político, logrando que el Gobernador Rogelio Frigerio se acercara hasta la ciudad y declarara ante vecinos, senadores, diputados nacionales y provinciales e intendentes, que iría a hablar con el presidente de Uruguay Yamandú Orsi para trasladar la necesidad y el reclamo comunitario.

Uruguay se comprometió en encontrar una solución, “los puentes nos unen no nos separan” dijeron de uno y otro lado.

Había que esperar: que el gobierno uruguayo dialogue con la empresa, que pasen las elecciones, que vuelva el Intendente de Paysandú Sr. Olivera de vacaciones.

Y en esa espera, se cuelan las noticias que vienen del otro lado:  la ministra de Industria del Uruguay, Sra. Cardona dice que la empresa se correría, pero solo un poquito porque necesita de la empresa Alur (en Paysandú) para funcionar, que se achicaría, que desmontaría mucho menos de lo que se había dicho y que las chimeneas en vez de estar enfrente de Colón, las correrían al noreste parece que con el fin de que no se vean desde la playa. Pero la producción sería la misma.

Se ve al presidente Yamandú Orsi en un video tomando mate y manifestando que las empresas estas no contaminan. Parece que es cuestión de fe.

Normalmente estas empresas se ubican lejos de localidades justamente por ser supuestamente de tecnologías nuevas. Colón, Liebig, San José y colonias serían los primeros ratones de laboratorio.

Y la Tierra de Palmares.

La Relocalización que era el pedido concreto de toda la Tierra de Palmares (55.000 personas) te lo estaría debiendo.

Las autoridades locales también esperan, pero los vecinos están más que preocupados, incluso enojados porque una vez más se ignoran sus incertidumbres y se encuentran con el sombrío horizonte de los hechos consumados, tal como ha sucedido con las plantas de celulosa aguas abajo y que la comunidad no olvida.

Si las autoridades no tienen nada para decir, es un buen tiempo para escuchar.

Los vecinos, ambientalistas, maestros, docentes, médicos, artistas, ingenieros, hoteleros, cabañeros, gestores culturales, etc. que viven en Colón, tienen mucho para aportar a la solución del problema. Tienen buenas y creativas ideas, argumentos y razones de sobra de porque no quieren cerca a esta empresa: se pone en riesgo la calidad del aire y del agua. Pero también se debilita enormemente la institucionalidad bilateral en la gestión muy poco democrática de la cuenca.

El problema no es solo visual (que afectaría a la economía y el paisaje de la ciudad turística), las preocupaciones rondan en los impactos negativos en la propia salud y la de los seres amados.

El hecho de que no sea posible la construcción colectiva de estrategias entre colonenses y autoridades locales y provinciales es porque la democracia que tenemos se está volviendo obsoleta, se degrada y nos expone a contextos desoladores.

Frente a la tendencia política expuesta, la falta de claridad institucional, los silencios de la CARU y los Ministerios de Relaciones Exteriores de ambos países, las representaciones políticas no nos representan.

Y en este divorcio entre ciudadanos y políticos, si nada cambia, se va el aire que respiramos, el agua que tomamos, el monte cuna de vida.

Esta democracia necesita evolucionar en la profundización del diálogo y en el respeto por las diferencias. Y la comunidad organizada en un objetivo común puede ser la promotora de ese cambio.

Garantizar la participación ciudadana reuniéndonos  en ronda de vecinos con Intendentes y autoridades para resolver problemas en común, esforzándonos en el  arte de saber decir y de  saber escuchar, pensar y concretar una democracia participativa y pluralista en serio, porque en esto de las peleas chiquitas, bajas, personales o en redes; nos vamos degradando  , se opacan los ideales, involucionamos como seres humanos, minamos el tejido de comunidad, perdemos la oportunidad de declararle la paz a la naturaleza.

Pero por sobre todas las cosas, perdemos la capacidad de la comunicación, de la herramienta y el valor de la palabra, de la cultura como creación colectiva para la preservación de la especie humana.

Sin los estudios de impacto ambiental en mano de los pueblos, sin las correspondientes audiencias públicas para debatir, observar y de ser necesario impugnar los mismos, sin la intervención de la CARU y las áreas ambientales de nuestra Provincia y la Nación, como de los ámbitos académicos especializados, este proyecto no puede avanzar. Esta tormenta no puede permanecer, la diversidad de vecinos y organizaciones activas en la cuenca del río de los pájaros, seguiremos resistiendo, desde la conciencia del respeto a la primer Madre, la tierra y nuestro ser parte de la plenitud y del derecho a la belleza de la vida.

(*) Multisectorial Somos Ambiente del Rio Uruguay. Asociación Argentina de Abogadas y Abogados Ambientalistas. Asociación de Hoteleros y Gastronómicos de Colón. Lalcec Colón. Cámara de Servicios Náuticos de Colón. Inmobiliarias del Departamento Colón. Agmer Seccional Colón. CTA de los Trabajadores Mesa Departamental Colón. Centro de Jubilados y Pensionados de Colón. Observatorio Ambiental Rio de Los Pájaros de Concepción del Uruguay. Vecinos y Cabañeros de Colón y San José.

Río Paraná y la hidrovia

El Paraná, la hidrovía y la ciencia ficción capitalista: La pelea no es por los U$S 12 mil millones

El primer intento de privatizar el Río Paraná fracasó. El meganegocio del proyecto llamado “hidrovía” vuelve a un limbo administrativo. Alejo di Risio documenta las tramas geopolíticas alrededor de la cuarta cuenca de agua más importante del mundo por su tamaño y biodiversidad, y también las disputas colectivas por otros futuros posibles para nuestros ecosistemas. Proyectos y propuestas que luchan para proteger al río, para que nunca llegue la solastalgia, esa angustia por los paisajes que se pierden ante la avanzada del poder financiero.

Por: Alejo di Risio para Revista Anfibia

―Es un río, no una hidrovía.

La frase, que repetimos desde las organizaciones socioambientales, puede sonar vacía, slogan de publicidad. Pero más allá de la semántica, levanta una bandera por los futuros posibles para el Río Paraná, sus cuencas y ecosistemas. A otra escala, levanta también banderas por la capacidad que tengamos como pueblo de vincularnos con nuestras aguas.

El pasado 12 de febrero fue declarada vacía la licitación para el proyecto llamado hidrovía. Once empresas habían demostrado interés inicial, pero la que más había deslegitimado el proceso fue la única en llegar al final. Unas declaraciones de Adorni más tarde, la concesión volvió al limbo político en el que navega desde fines del 2021. Una administración estatal contrata a una empresa extranjera, y ninguna de ellas controla qué sale en los megabarcos que circulan por el río. Ni las obras ni el peaje son centrales en esta disputa, lo que está en juego es un nodo geopolítico. Uno que depende de la salud de vastos ecosistemas que están cada vez más frágiles. 

Desde el fracaso de la licitación que vuelan sillazos. Los poderosos que se disputan el control del río hacen fuertes lobbys para definir las nuevas condiciones. Gobernadores, cámaras empresariales y la Sociedad Rural cruzan insultos en los titulares de grandes medios. El funcionario libertario de Puertos acusó de boicot, sabotaje y “una lluvia de operaciones” a Mauricio Macri, Guillermo Dietrich, el diario La Nación, diputados anónimos y la Sociedad Rural. En respuesta, el ex-presidente Macri arremetió contra Santiago Caputo, a quien acusó de crear una comisión trucha. En un año electoral, la alianza entre libertarios y macristas negocia, con reiterados golpes del ejército digital libertario al macrismo. Es que no solo está en disputa la caja de la actual licitación (calculada en doce mil millones de dólares), sino el nodo geopolítico que abre el Río Paraná. Para los grandes jugadores económicos es una salida de exportación. Pero para millones de personas que dependemos de él, la integridad del río y de la cuenca toda es parte de quienes somos, de cómo vivimos. 

***

¿Dónde empieza y dónde termina un río? Por definición, los ríos son cambio. Paradigma de lo que existe en constante flujo. Si bien toda topografía muta, los cauces son ese rincón del paisaje que más rápido escapa a la foto del pasado. Cada curva que toma la corriente vuelve a agrandar sus meandros, redibuja sus costas. Todos los deltas están definidos por su liminalidad. Y cada orilla, que cambia con cada atardecer, es una mala frontera.

La marea del río, inscripta en el pulso de cada chamamé, muta con el clima y las temporadas. En cada bajante y creciente, dibuja nuevas figuras sobre el territorio, propone otra forma de medir el tiempo y las épocas. Los sistemas de humedales a su alrededor reciben en cada creciente al caudal del canal central y lo devuelven dosificado cuando llegan las bajantes. Estos valles de inundación regulan el pulso natural, inspiran a identidades locales, y alojan incontables especies: un extenso archivo genético-biológico.

Pero dimensionar el patrimonio de biodiversidad no alcanza para describir el equilibrio milenario al cual la vida ha llegado en estos paisajes. Ese gran valle de inundación y sus sistemas de ríos, humedales y sociedades que llamamos la cuenca del Plata es el cuarto más grande del mundo. Si tomamos en cuenta todo el Acuífero Guaraní, es hogar de más de 100 millones de personas. Una geografía que nace en el Gran Pantanal, sur de Brasil, y atraviesa 50 represas para llegar a nuestro territorio, pasando por las cataratas del Iguazú, los esteros del Iberá e incontables ecosistemas en el camino. Hay ocho provincias argentinas, 12 millones de personas, cuyo bienestar está intrínsecamente ligado a la salud de la cuenca.

La potencia inmanente del río vive en tensión con el motor de la macroeconomía nacional: el mandato exportador. Si en algo coinciden los economistas -tanto neodesarrollistas como anarcolibertarios de escuela austríaca- es en la necesidad de exportar cada vez más como única salida de las crisis financieras. En este marco, los mares y ríos son reducidos a “autopistas líquidas”. Pero el Paraná es un río aluvial, de poca pendiente. Los sedimentos que arrastra a lo largo de kilómetros se depositan en su tramo bajo, creando islas, islotes o bancos de arena. El delta es un piquetero por definición.

***

Desde hace unos años que la falta de agua tiene inquietos a los dueños del agronegocio. La sequía de 2023 redujo sus ganancias por casi dos tercios, y la bajante de los últimos años del Paraná también limitó la carga de los barcos. Ante la inestabilidad hidrológica su apuesta es una sola: dragar, dragar y dragar. Para que grandes megabarcos salgan al mar a capacidad repleta, y que nada detenga la libertad de la máxima recaudación.

Mientras tanto, la crisis climática hace que la atmósfera pueda absorber más agua. Esto significa que cada vez vamos a atravesar más inestabilidad hidroclimática. Las inundaciones y las sequías serán cada vez más profundas, y pasará menos tiempo entre una y otra. Para mitigar el impacto social de estos “latigazos climáticos” la ciencia establece que es clave gestionar de modo integral ambos períodos, o sea co-gestionar bajantes y crecientes como un sólo fenómeno. Desde el punto de vista ambiental, profundizar el dragado va absolutamente a contramano. 

***

Agosto del 2000, Brasilia. Veinte hombres en traje posan para la foto. Fernando de la Rua, Alberto Fujimori y Hugo Banzer entre ellos. Hay doce presidentes sudamericanos en total, a su lado, varios miembros de organismos internacionales. Todos juntos, presentan su visión de futuro para el continente: la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA). Un plan maestro de intervención continental , que cierra al tono de una década dominada por el Consenso de Washington. Define una serie de megaproyectos logísticos que cruzan de lado a lado el continente y facilitan así la salida de grandes volúmenes de naturaleza en forma de bienes primarios. 

Uno de estos proyectos integra Sudamérica de forma vertical: recorre 3.400 kilómetros —desde Puerto Cáceres, Brasil, hasta el puerto de Montevideo, Uruguay—. Fue bautizado “hidrovía”, palabra que no existe en ningún diccionario, y que nombra a la compañía a cargo de las obras. Hidrovía S.A. está formada por una alianza entre la dragadora belga Jan de Nul y la empresa argentina EMEPA. Esta última del empresario Gabriel Romero, quien décadas más tarde participará de la “Causa Cuadernos”, confesando haber pagado coimas para extender la concesión de esta concesión.

***

El historiador Alejandro Galliano describe con detalle la enorme capacidad de soñar que tiene el capitalismo. Intervenir a escalas colosales el territorio precisa mucha planificación, requiere una capacidad muy grande para mirar el futuro. Para el imaginario utópico financiero no hay límite físico o político. Cualquier obstáculo, como un Delta, puede atravesarse, excavarse. En las mesas de planificación todavía flota el sueño de conectar al Río Paraná con la cuenca del Amazonas. Atravesar el continente con un complejo de esclusas que compensen la diferencia de altura, similar a lo que sucede en el canal de Panamá. 

Es el pasaje centroamericano el que da nombre a los modelos de buques oceánicos: Panamax y Post-Panamax. Garantizar la circulación de estos edificios flotantes es la tarea. La pequeña flota de barcos que remueve sedimentos suele presentarse como un proyecto de infraestructura. Pero la construcción es casi nula. Las obras de dragado no crean nuevas estructuras, sino que moldean la forma del río. La tarea suena a ciencia ficción capitalista: esculpir un surco en el fondo de uno de los torrentes más caudalosos del mundo. Todo para abaratar costos de flete con unos barcos que no ven la orilla, que están fuera de escala.

La profundidad es la métrica clave para la Bolsa de Comercio de Rosario, centro de operaciones de las grandes exportadoras. Cada centímetro ganado al río añade toneladas de cereal en la carga de cada barco que zarpa desde los alrededores de Rosario. Por año se estiman 130 millones de toneladas de productos agropecuarios e industriales (declarados). La mayor parte es proteína vegetal. Cultivada y crecida con nutrientes de nuestros suelos, mano de obra nacional, agua barata y energía subsidiada. Pero cuando importamos bienes pagamos dieciocho veces más caro cada una de estos insumos. Estamos regalando bienes comunes. 

***

Noviembre de 2024. Día de la Soberanía. Argentina recuerda la Batalla de la Vuelta de Obligado, cuando en 1845 nuestra joven república rechaza en el Río Paraná el avance militar de Reino Unido y Francia. Aquella flota anglo-francesa venía con maquinaria militar de punta, para “pacificar” el conflicto entre Uruguay y Argentina. Su objetivo real era establecer la libertad de los mercados internacionales. La misma que defiende, 180 años después, el gobierno de Javier Milei al anunciar la privatización del control del río. 

Las empresas más interesadas en la licitación son cinco. La china Shanghai Dredging Company y el grupo de las “Big Four” de la logística internacional: Van Oord, DEME, Boskalis y Jan de Nul. Pero no son sólo las dragadoras las únicas que miran la cuenca que mueve el 50% de la proteína vegetal global. En marzo de 2024, el interventor de la hidrovía, Gastón Benvenutto se reunió con el Embajador de Estados Unidos, Marc Stanley. Anunciaron un acuerdo de colaboración entre la Administración General de Puertos y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos. El Memorando de Entendimiento no fue revelado, pero la noticia, publicada por Infobae, habló de “colaboraciones en seguridad” y “medidas para combatir actividades ilícitas”. Un mes después la generala Laura Richardon advirtió en el mismo medio sobre la inminente llegada del fentanilo al Gran Rosario y enfatizó “la necesidad de trabajar juntos” para prevenir “actividad maligna”. 

Stanley volvería a Rosario junto al Embajador belga para celebrar el protagonismo de la empresa Jan de Nul y apoyar su continuidad en la zona. Más tarde se reveló que ese acuerdo había sido iniciado en 2023, durante el gobierno del Frente de Todos, bajo la firma del entonces interventor José Carlos Beni. La empresa Jan de Nul fue la acusada de haber recibido favoritismo en esta licitación caída. Más de doce organizaciones distintas accionaron judicial o administrativamente para exponer la licitación hecha a medida, tanto por razones técnicas y financieras. Entre los opositores a la actual licitación, también estaban los grandes actores del poder, con el macrismo a la cabeza. 

El ex presidente tuvo su propio sueño para el río: reemplazarlo. Construir una verdadera autopista líquida, un canal exclusivo que corriera paralelo al Río Paraná, desde Rosario al Atlántico. No dragar el río, sino armar uno nuevo. Su metrobús fluvial no prosperó, pero el PRO está hoy en día en abierta disputa con La Libertad Avanza, con campaña abierta para evitar la licitación libertaria, fue acusado por ello. En tándem con Máxima Zorreguieta, hacen lobby a favor de la holandesa Boskalis, que en 2013 fue echada del canal Martín García por intentar sobornar a un funcionario uruguayo.

La licitación actual propone cavar el Paraná aún más: hasta los 44 pies, esto es más de 14 metros, denunciado como un ecocidio por organizaciones socioambientales. Deja la evaluación de impacto ambiental en manos de las empresas, y les concede el control del río por 30 años, extensible a otros 30 años más, hasta 2085. Por otro lado, el gobierno avanza en desregular las áreas estatales de control marítimo y fluvial. A pesar de que lo que pasa en el río en Misiones impacta en el Delta del Tigre, la visión de cuenca no empapa ninguna de las medidas. Por eso, también están en la mira el Instituto Nacional del Agua, AySA y sus once millones de usuarios, y las estructuras populares ambientales, culturales, organizacionales que promueven vínculos con nuestros ríos más allá de lo financiero. 

Dime con quién andas y te diré qué futuro para el río quieres. Las agrupaciones portuarias y las cerealeras demandan una licitación rápida y cada vez más profunda. Los gobernadores buscan morder tajada en el control de la caja y expandir el dragado hasta puertos secundarios. Pero las organizaciones ambientales y sociales a lo largo de la cuenca reclaman otra forma de gestionar y habitar las cuencas. ¿Y quienes no tenemos poder, qué proponemos y qué buscamos para los futuros del río?

***

¿Cómo dimensionar el impacto de estas intervenciones en la vidas cotidianas? Lxs vecinxs de Victoria llegaron a temer que sus humedales murieran de sed. Parte del sedimento que las dragas remueven termina en las costas. Esto obstruye la entrada de agua a las bocas que alimentan otros canales, como las tres que alimentan el humedal que brinda agua a la ciudad de Victoria. Con menor caudal, empeoró la calidad del agua potable. La seca puso en riesgo los entramados de la economía popular que dependen de la salud de los ecosistemas. Oficios, trabajos, cultivos, ganadería, alimentación que se deshidrataba con las lagunas, degradando los suelos irreversiblemente. Las organizaciones locales denunciaron que, por primera vez en la historia, los humedales podían morir de sed. ¿Cómo se recomponen las identidades definidas por el ambiente cuando éste muere? La licitación actual ignora estos brazos secundarios. 

“Quedan cada vez menos ríos libres en el mundo y el Paraná ya no es uno de ellos”, escribe la periodista Jorgelina Hiba en Paraná Extremo. Al Paraná lo convirtieron en “curso multifragmentado”. Las quemas descontroladas, la pampeanización del delta, la especulación inmobiliaria y el efecto de los agrotóxicos sobre la biodiversidad afectan la integridad del río, lo que el río es. Si la identidad es definida por el ambiente, las heridas sobre el Paraná lastiman nuestra cultura. 

Las bajantes de los últimos años dejan marcas a lo largo de la sensibilidad litoraleña. En muchos corazones todavía pesa una profunda solastalgia, esa angustia generada por la degradación ambiental de los lugares que sentimos hogar, que pensamos propios, de los cuales formamos parte. El entramado de organizaciones culturales, sociales y territoriales siente solastalgia pero a la vez está agitado, ebullece. 

***

Luis “Cosita” Romero pesca en medio del río. Escucha Radio Nacional desde el bambolear de su canoa, la Danielito 1º. Sube el volumen del noticiero de Radio Nacional cuando hablan del proyecto del Paraná Medio. El locutor informa que la represa generará un valle de inundación de un millón de hectáreas. Cubrirá islas, y vecinos de las costas de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes tendrán que desplazarse. Para hacerlo entregará el control de la represa a Estados Unidos por 30 años. Es 1996, pleno menemismo. “Cosita” arenga a su amigo y colega Raul Rocco. Están decididos. Irán pueblo por pueblo a lo largo del río compartiendo con la población las consecuencias de la represa, el territorio perdido, el exilio del propio hogar. Parten hasta la represa Yacyretá, que lleva el nombre de la isla que estaba allí antes de la represa: tierra (retã) de la luna (jasy). Navegan más de mil kilómetros, con una carpa prestada y dos bolsas de dormir, hasta la ciudad de Paraná. Como acto de inauguración de la travesía, Cosita y Raúl se acercan al enorme muro y escriben con tiza sobre el concreto “DESDE AQUÍ NUNCA MÁS”. La canoa en la que parten es la de Raul, se llama “La Enamorada del Río”. 

Construir otras formas del futuro para nuestros ríos implica diseñar modelos alternativos de conexión identitaria y comunitaria con ellos. Recuperar el derecho al acceso público a las costas, crear reservas naturales naturales y políticas territoriales a la altura de la crisis climática. Curar y sanar nuestras aguas implica regular las aguas cloacales, controlar su tratamiento; realizar estudios integrales sobre el efecto de los agrotóxicos que caen al río implica, repensar el modelo del agronegocio y escalar las experiencias que cultivan alimento en sinergia con la naturaleza.

Para mucha gente el futuro ya no es significado de progreso; y la dimensión ambiental ocupa buena parte de esta crisis de esperanza. ¿Qué futuros deseables, plenos y potentes nos imaginamos para nuestro gigantesco río marrón? Una sociedad potente, con economías que garanticen el bienestar, pero donde las dimensiones ambientales, culturales y sociales del río sean incorporadas. Con Comités de Cuenca realmente efectivos y con comunidades organizadas en alianza con el saber científico. Reconstruir nuestros sistemas de transporte fluvio-marítimos, con barcos y barcazas que puedan integrar a la Argentina desde Misiones a Tierra del Fuego. Con una navegación a través de los ríos y mares, no sólo para la exportación, sino también para las personas. 

La gesta de “Cosita” impulsó el movimiento ambiental entrerriano de la época que logró inscribir su voluntad en Ley Antirepresas 9092/97, y la posterior inclusión del Artículo 85 en la constitución provincial entrerriana. El 25 de septiembre se celebra la Ley de Libertad de los Ríos en su honor. Desde entonces, “Cosita” se dedica al turismo comunitario, pero ahora ha tomado nuevamente los remos. Su historia inspira militancias, contagia acción. Hoy 28 años después, Cosita viaja de nuevo; navega con una flota de canoas en la travesía Remar Contracorriente, en la cual más de 180 organizaciones convocan a remar en contra de la extranjerización de nuestros ríos. Llaman a retomar la rebeldía para defenderlo. Florecen así cientos de militantes que con remo en la mano, se disponen a recorrer de nuevo cientos de kilómetros para defender y proteger al Río Paraná. Salen a disputar la capacidad de soñar y dedicarse a imaginar lo imposible, para construir realidad.

Fotos tomadas del documental Por el Paraná, La Disputa por el Río, dirigido por Franco González y Alejo di Risio

Presupuesto para incendios

Incendios, pinos y mal desarrollo

por Enrique Viale y Malena Srur para elDiarioAr

La Argentina enfrenta incendios devastadores en el sur y noreste del país, agravados por sequías, altas temperaturas y desfinanciamiento estatal. Las plantaciones de pinos aumentan el riesgo y dificultan la regeneración del ecosistema. Este modelo forestal, basado en monocultivos exóticos, afecta la biodiversidad, el agua y las comunidades, promoviendo un desarrollo insostenible y regresivo.

Otro verano con incendios en todo el país. En la Patagonia, donde aún continúan activos, consumieron miles de hectáreas de bosques en los Parques Nacionales Nahuel Huapi y Lanin. En la Comarca Andina ya se quemaron también miles de hectáreas en una zona de interfase urbano-rural, destruyendo casi 200 viviendas y con centenares de familias evacuadas. Hasta el momento más de 45.000 hectáreas de bosques fueron arrasadas por el fuego en el Sur. Los peores en las últimas tres décadas.

También hay incendios de gran extensión en las provincias del noreste del país, ya muy castigadas por el fuego durante los últimos años. En lo que va de 2025, solo en Corrientes se quemaron cerca de 150.000 hectáreas, aunque los datos varían por la ausencia de información oficial confiable.

En todos los casos se combina una sequía atípica, temperaturas extremas y fuertes vientos como detonantes principales, sumado a que los recursos para prevención y control que destinan el gobierno nacional y los gobiernos provinciales son insuficientes y cada vez más escasos. El desfinanciamiento y precarización de las áreas de control del fuego en el Gobierno Nacional se hace sentir en los territorios y tiene consecuencias desastrosas muy concretas en el marco del Cambio Climático Global.

La mayor respuesta estatal fue la persecución a comunidades mapuches y grupos comunitarios. Una verdadera cacería, por parte del Gobierno Nacional y provinciales. Para des-responsabilizarse de los incendios necesitan un culpable, un “enemigo” que alimente teorías conspirativas.

Pero existe otra constante de la que se habló en mucho menor medida: los habitantes y productores de las zonas bajo fuego indican que la presencia de plantaciones forestales de pinos —y, en menor proporción, eucaliptos— han contribuido a aumentar los riesgos, actuando como focos o haciendo que los incendios se propaguen con tal velocidad o adquieran magnitudes de tal violencia, que los deja fuera de control. También sucede que se prioriza el control del fuego en las plantaciones forestales, y se deja a merced del fuego a los bosques verdaderos, pastizales y humedales.

Pinos e incendios

No es sorprendente. Desde hace décadas que esta característica “pirogénica” de los pinos está estudiada y documentada en otras partes del mundo, tanto donde se cultivan como en los países del hemisferio norte de donde son originarios.

Contribuyen sustancialmente a que los incendios sean más frecuentes e intensos porque, de alguna manera, les resultan favorables. Tienen características que les permiten sobrevivir o regenerarse rápidamente, aumentando incluso su superficie gracias a este disturbio (cortezas gruesas, enorme producción de semillas que germinan o dispersan en respuesta al calor extremo). Además, contienen aceites o resinas inflamables que aumentan la probabilidad de incendio, y su hojarasca (la “pinocha”) se acumula sin degradarse y es más inflamable que la de nuestros ambientes nativos. Como si esto fuera poco, como las copas están tan cercanas el fuego se puede trasladar en altura, siendo estos incendios de copa los tipos de incendios forestales de mayor severidad y peligro.

En condiciones post fuego también se ven favorecidas, interfiriendo con la regeneración de nuestros bosques, matorrales y pastizales quemados. En esas condiciones los pinos germinan literalmente como un césped y cubren completamente el suelo, ahogando a la vegetación nativa e impidiendo que prospere.

Ya sea por causas naturales o antrópicas, el fuego forma parte de la dinámica de varios ecosistemas argentinos. Pero la combinación de fuegos repetidos y catastróficos con las plantaciones de pinos es un nuevo tipo de disturbio que puede llegar a convertir tierras productivas en improductivas y ocasionar graves deterioros ambientales y socioeconómicos en una región.

Las plantaciones forestales pueden causar y agravar las sequías

Además del riesgo de incendio que se retroalimenta y de la pérdida masiva de biodiversidad que provocan las plantaciones forestales, uno de sus impactos más importantes se produce sobre la hidrología de las regiones en donde se instalan, pudiendo afectar la calidad, cantidad y distribución del agua superficial y subterránea.

Los pinos y eucaliptos consumen cantidades enormes de agua, mucha más de la que consume la vegetación nativa, especialmente cuando reemplazan arbustales y pastizales. Normalmente consumen más agua de la que llueve, con lo cual deben bombearla de las napas y de los cuerpos de agua vecinos. Además, su altura y densidad de ramas y hojas impiden que un alto porcentaje del agua de lluvia llegue al suelo (hasta el 95%); ésta queda retenida en las copas y luego simplemente se evapora con el sol. Estos procesos combinados contribuyen a que, con el paso del tiempo, disminuya o desaparezca la recarga de agua de arroyos, lagunas, bañados y acuíferos, que finalmente se secan. Esta situación se agrava al aumentar la superficie plantada o invadida, como ya ha sucedido en otros lugares del mundo (Ej: Sudáfrica, con reducciones de caudales en cuencas enteras de hasta un 70%).

En años secos, las lagunas no se llenan y las napas se hacen más profundas. El resultado es un agotamiento local del agua que ya no queda disponible para la fauna y flora nativas ni para el consumo humano u otros usos productivos. Es algo que repiten todas las personas que viven en lugares en donde se instalan estas plantaciones: “desde que se plantó el pino o el eucalipto, se acabó el agua”. En sectores de los Esteros del Iberá, por ejemplo, los pozos que antes daban agua a los 8 metros de profundidad, ahora recién lo hacen cerca de los 20 metros.

A estos hay que sumar los impactos directos de las obras hidráulicas que se deben hacer en zonas de humedales y pastizales (naturalmente inundables) para conducir el drenaje y permitir que se haga la plantación inicial y la apertura de caminos: “camellones”, terraplenes y canales de drenaje, directamente diseñados para secar los sectores en donde se hacen las plantaciones de estas especies exóticas.

La invasión silenciosa

Las inmensas plantaciones forestales implican un riesgo ambiental en sí mismas como agentes de cambio de la dinámica hídrica de la región en donde se instalan, por modificar la estructura y funcionamiento del paisaje, por no servir como hábitat para la flora y fauna silvestres, y por su papel como agentes de cambio cultural en las comunidades rurales de la zona, entre otros. Como si esto fuera poco, existe otro riesgo tal vez más grande debido a su carácter de “especies invasoras”: los pinos se propagan descontroladamente hacia ambientes naturales y áreas productivas y poblados vecinos, lo que puede hacer escalar todos estos impactos hasta dimensiones impensadas.

Especialistas de todo el mundo destacan la gravedad del problema de las llamadas “especies exóticas invasoras” como los pinos, que conforman el grupo de especies forestales más irruptivas para todo el hemisferio Sur afectando bosques, pastizales, humedales, estepas y dunas costeras. Las pérdidas de biodiversidad y la homogeneización del paisaje disminuyen la resiliencia frente a cambios ambientales como las sequías y los incendios, y pueden aumentar el riesgo de plagas y enfermedades atentando contra las propias plantaciones forestales. Impactan así sobre todas las actividades productivas de una región, incluyendo la agrícola, ganadera y turística. Daños todos ya registrados en nuestro país, desde la Patagonia hasta los Esteros del Iberá. A todo esto, se suma que los pinos fuera de las plantaciones ni siquiera tienen valor forestal ya que su madera es de mala calidad por la densidad en la que crecen.

Los pinos y el mal desarrollo

Pese a los extensos y riquísimos bosques y selvas pobladas de especies valiosas que supo tener nuestro país, este mal llamado “desarrollo” forestal argentino se basó fundamentalmente en el desmonte y posterior instalación de extensos monocultivos, artificiales y altamente mecanizados, de especies de pinos originarios de Estados Unidos y otras especies exóticas. Se hizo copiando al modelo chileno: se fueron desarrollando a la par, con inversiones de los gobiernos militares de la década del 70, fomentando la plantación sobre tierras fiscales y construyendo las pasteras que los gobiernos luego privatizaron a precios bajísimos, para quedar finalmente en manos de 2 o 3 corporaciones como la chilena Celulosa Arauco y Constitución.

Este modelo constituye un ejemplo de un tipo de desarrollo socialmente regresivo y ambientalmente insustentable que ha generado miseria, despojo y explotación en todos los territorios en donde prospera. Las plantaciones forestales no sólo fracasaron en reducir la presión sobre los bosques nativos, en mejorar la conservación de suelo y agua o en promover el empleo y el desarrollo social, sino al contrario: dieron lugar a una creciente homogeneización de los paisajes y a la destrucción y radical transformación de otros ecosistemas, como los pastizales correntinos y las estepas patagónicas, tan valiosos como los bosques, generando problemas cada vez más difíciles de resolver. Se desarrolló a expensas de la apropiación y concentración de la propiedad de la tierra, dejando a comunidades campesinas y localidades enteras encerradas dentro de “jaulas de pinos”, sin fuentes de empleo y provocando migraciones masivas con una caída general en los estándares de vida.

Este modelo de mal desarrollo forestal no distingue entre bosque nativo y plantaciones, y ve a los árboles como una mercancía, donde los criterios cuantitativos de “número de árboles”, “toneladas por hectárea” o “PIB per cápita” son instrumentos suficientes de estrategia y política, convirtiendo a esta actividad en una figura extrema del extractivismo dentro del agronegocio, como la megaminería o la explotación petrolera. Los verdaderos bosques y recursos forestales nativos siguen siendo ignorados o depredados, mientras se promueve el modelo fabril de monocultivos industriales con instrumentos tan efectivos como el del régimen de promoción instaurado desde finales de los 90 con la ley nacional 25.080 y otras leyes provinciales relacionadas. Desde entonces, el Estado subsidia todos los pasos productivos de implantación, mantenimiento, riego y cosecha de las plantaciones, exime a las empresas del pago de impuesto inmobiliario por las tierras sembradas, de impuestos de sellos y de ingresos brutos, les devuelve el IVA en forma anticipada, y les otorga estabilidad fiscal por 30 años, entre otros beneficios y exenciones fiscales e impositivos.

Frente a estos fracasos tan devastadores, ampliamente documentados, del paradigma de desarrollo forestal basado en los monocultivos, resulta urgente establecer una inmediata moratoria que prohíba la plantación de especies exóticas, que destine gran parte del presupuesto de la actual ley de promoción forestal a la restauración de ecosistemas nativos, el manejo de áreas naturales protegidas, la promoción de la producción de alimentos a escala local, la educación ambiental, la restauración productiva de las tierras quemadas y el control y prevención de incendios catastróficos.

Manejo del fuego

Los arrestos no apagan incendios: el manejo del fuego demanda prevención, financiamiento y estructura

Desde la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas-Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial, denunciamos la criminalización deliberada que responsabiliza al pueblo mapuche por los incendios en la Patagonia y desvía la atención de la ineficiente política de manejo del fuego. No hay ninguna evidencia que sustente estas acusaciones contra los pueblos originarios Se trata de una narrativa racista que busca desviar la atención del problema real: la ausencia de políticas estructurales de prevención y la desfinanciación crónica de los organismos encargados de proteger los ecosistemas.

La Ley de Manejo del Fuego sigue vigente

La Ley 26.815 de Manejo del Fuego NO fue derogada. Esto es falso. La ley está en plena vigencia y establece la organización y acción coordinada entre la Nación y las provincias para la prevención y combate del fuego. Sin embargo, su aplicación efectiva se ve obstaculizada por el vaciamiento de recursos y la falta de inversión en personal especializado. El problema no es la ley, sino su incumplimiento sistemático. 

La falta de financiamiento del Sistema Nacional de Manejo del Fuego deja a brigadistas y comunidades en situación de indefensión. A esto se suma la precarización laboral: contratos temporarios, sueldos bajos y carencia de equipamiento adecuado.

Más brigadistas que aviones

La respuesta estatal cuando el fuego está prendido es insuficiente, propio de políticas públicas vaciadas y de posturas negacionistas. La prevención de incendios debe realizarse permanentemente, con acción y comunicación territoriales. La estructura necesaria es lo fundamental, pero aún más el personal capacitado y un sistema de prevención que actúe durante todo el año.

Un Estado que esté a la altura de la policrisis combate y previene el fuego constantemente, no sólo cuando las llamas están activas. Se requieren estrategias de prevención sostenidas en el tiempo: gestión de la vegetación, monitoreo de zonas críticas, planes de mitigación y fortalecimiento de las estructuras de combate del fuego.

Vaciamiento y precarización profesional

El recorte de fondos impacta en todos los niveles. Falta personal técnico, equipos de investigación, comunicadores y formación continua para brigadistas. Las provincias carecen de capacidad de acción efectiva y de la voluntad política para construirla.

Este vaciamiento no es casual, la falta de prevención, lejos de ser un error, es una política. En marzo vuelven a vencer los contratos de todos los brigadistas que dependen de nación (Administración de Parques Nacionales y Servicio Nacional de Manejo del Fuego), esta inestabilidad laboral no puede permitirse en un contexto de creciente frecuencia, intensidad y velocidad de propagación de megaincendios.

Exigimos políticas reales de prevención en el manejo del fuego

Los incendios forestales son una tragedia previsible. Se necesita un plan integral de prevención con:

  • Más brigadistas, con salarios dignos, estabilidad laboral y condiciones laborales dignas.
  • Ejecución del presupuesto del Plan Nacional de Manejo del Fuego.
  • Fortalecimiento de la investigación y monitoreo ambiental.
  • Educación comunitaria y coordinación interjurisdiccional en la gestión de los territorios.
  • Cumplimiento efectivo de la prohibición de cambio de uso del suelo en tierras quemadas.

El fuego no es un desastre natural. Es consecuencia de políticas que priorizan el negocio sobre la vida. Seguiremos denunciando la irresponsabilidad del Estado y exigiendo justicia.

futuro

El fin de la derrota: abrir el futuro

Hace más de un año que la extrema derecha llegó al poder y, entre tanta ejecución, aún no hay reacción. Entre diagnósticos y derrotismo, la pregunta sigue en el aire: ¿Cómo se construye una respuesta? ¿Cuál es el rumbo que va a tomar la indignación? ¿Quiénes seremos cuando la historia vuelva a girar?

Por Alejo di Risio para Revista Urbe

ELLOS 

Hace más de un año que la extrema derecha llegó al poder en Argentina. A pesar de que pasa el tiempo, todavía estamos de cara. Sorpresa, caretas, sin entender. Las hipótesis y teorías sobre por qué llegamos acá siguen resonando. En las pantallas, en las conversaciones y en las roscas suenan variaciones de las mismas preguntas ¿Cómo fue que llegamos hasta acá? ¿Vamos a poder salir? ¿Cuánto falta? 

Que si fue la inflación o los incels. Que si es #TendenciaMundial. Los medios normalizaron, los streamers banalizaron. La mano del Partido Militar. Fue la crisis, esa que ya ni sabemos desde hace cuánto viene y que tampoco entendemos bien cómo sería su final. Fue algún gato de los que Alberto llevó a la casta rosada. Fue ese gato anónimo que quiso que le digan elle. Fue el mismo gato de siempre. Sobró kirchnerismo. Faltó Cristina. Faltó kirchnerismo. Fueron (los) tibios, fueron los gorilas. Faltó territorio, calle y/o tik tok. Eran los porteños; son los cordobeses, serán los venezolanos. Todas las anteriores. 

Y mientras tanto la derecha ejecuta. Extrema, ultra, gritona, ruidosa, rabiosa. Boluda y violenta: satura y sobreinforma. Te invita a pelear, pero si aceptás corre. Cryptotinchos que sueñan con emanciparse de la vida mula porque no quieren laburar. Quieren ser influencers, brokers, traders, grinders, chads. No demandan la precariedad que Argentina les oferta. Desean la emancipación, aman la guita y esforzarse por ella, pero odian pensarse como trabajadores. Impugnan jubilarse y odian aportar. Saben que la guerra entre capital y trabajo la ganó el capital. Para los problemas del capitalismo tardío, proponen dejar atrás a la democracia. Fascismo para pocos, antes que desigualdad para muchos. Estafa piramidal antes que escasez.

Modelos de masculinidad pusilánime, frágil. Necesitaban que se validara su dolor, que les confesaran que era real, que les dieran un abrazo y les dijeran que no es su culpa. Se pensaron víctimas cuando el feminismo los moralizó, y apostaron por tierra arrasada antes que ser el último orejón. Prefirieron creer que no eran ellos, sino que era Soros. Culpan al DNI no binarix de no haber alcanzado a tener su guarida fiscal. Compensan impotencia política con venganza financiera. Parece que estuvieran a punto de componer un movimiento, pero son sólo muchos individuos. Se piensan solos, autosuficientes, flashean Lobo de Wall Street. Luchan y lucharán por su derecho inalienable a devenir Marcos Galperin. 

El Estado al cual le exigimos, al cual definimos como responsable, hoy, nos odia. Este último año se institucionalizó el desprecio por las banderas de la política. Enarbolan la de la escuela de Chicago, santificando a una economía abstracta e irreal como superior. Exorcizan la sensación de fracaso, de rezago. Microdosean odio para rellenar resentimiento. Disfrazan política de identidad.

¿NOSOTRXS?

En la selva, lo que no se mueve se muere. O se convierte en presa o muere de hambre. Parece haber estabilidad. Hay hambre.

Los primeros meses hubo un desfile mediático de oráculos colapsistas. Pero esto no se cayó por su propio peso, dio para más y no hubo estallido.  Después de los idus de marzo, la sensación de que se podía batallar gente gritona de redes con gente gritona de redes perdió ímpetu. Pregonar verdades mesiánicas no funcionó. Hubo más sensación de desamparo, de soledad. Derrotismo y desmovilización. La confirmación de que no había una reacción inmediata invitó a asumir el duelo de lo quedaba atrás. Pasamos de discutir ingreso universal básico a ver en vivo cómo esterilizan la potencia estatal. Cómo desfinancian el paisaje de instituciones, personas y conocimientos conocido como Estado. Todo edificio se puede reconstruir, y toda institución restituir. Pero para nuevas instituciones se necesitan nuevos planos de obra. 

Desestabiliza lo que dábamos por asumido, nos deja derrotados, desahuciados. El regodeo de la crueldad nos toma por sorpresa. No el de un puñadito de gritones y pusilánimes, sino el de la tribuna que los festeja. Duele. 

Tal vez la mayor herida es la social, la sensible. Que confiaba que el pueblo argentino tenía la paz social inscripta como acuerdo común. Que existía en la voluntad popular un horizonte compartido de bienestar, de igualdad. Con instituciones que, con todas sus falencias, fueran construyendo cada vez más esa sociedad. Pero no es sólo la economía lo que está en crisis, es el entramado de valores sociales ¿Hay un nosotrxs?

Cada vez más trabajadorxs no se identifican como tales, ni con sus compatriotas. A veces ni siquiera quienes tienen mejoras materiales con paritarias se identifican en las luchas colectivas. Se las ve parte de una estructura a la cual no quieren abonar ni pertenecer. Las entienden parte de una política, que no representa, y por ende no convoca. 

Con la toxificación de las redes, la provocación se ha algoritmizado. Nos llevan años de TikTok de ventaja y el gen militante se come todas las pelotas. Sin granjas de bots, publicidad, o presupuesto ¿Cómo se renueva la potencia política desde lo micro? ¿Cuando finalmente se reorganice lo popular, habrá oposición consolidada? ¿Hasta dónde la llevamos? ¿A cuantxs les va a pintar la salida solitaria de luigimangionearla? ¿cómo retomar la beligerancia sin convertirse en un promotor de las hostilidades? ¿Tenemos un derecho a la violencia? La democracia no la ejerce nadie, no se cuida sola. Funciona por oposición de intereses ¿Quién va a emerger antagonista a la extrema derecha como ordenador del sistema político? 

Esos resortes de la institucionalidad democrática ¿están aquí con nosotrxs? ¿O en el Congreso que no lo iba a dejar? Al principio la calle respiraba odio, y ellos parasitan indignación. Libran una guerra santa contra un Estado ineficiente, pero no culpable. Aunque mucha de la indignación es compartida: nos prometieron que con democracia se comía, se educaba y se curaba. Pero los descargos de ira que vimos fueron erráticos. Algunos brotes, algunos fusibles. Pero sueltos, atomizados, fundamentalmente individuales. En física, cuando las moléculas vibran para lados distintos, aumenta la temperatura de un objeto, pero este no se mueve. Y así estuvimos, quietos y calientes. Si al menos explotáramos juntxs habría 2001. Pero implotar en soledad no aglutina, no convoca, ni genera comunidad. La voluntad de dosmilunearla parece quedar en el pasado. 

Tardamos, pero entendimos. La extrema derecha, sus formas, prácticas y la identidad que pregonan, están plantadas. No se la combatirá con amor, ni diplomacia. La información y los datos no atraviesan el griterío de insultos, y nos invitan a que nos convirtamos en víctimas antes que en antagonistas. Capítulo aparte para periodistas y medios que insisten con prestar micrófono a argumentos fascistoides sin poder contextualizarlos como tales. Antes decíamos “al fascismo no se lo discute, se lo combate”. Ahora diremos “no alimentar al troll”. 

Pero es esa indignación caótica y errática la que la extrema derecha sabe capitalizar mejor que nadie. La aspira como un chute y la canaliza a su favor. Deslegitima, denigra, contesta, baitea. Sabe que la falta de visión común, deja la individualidad caótica a merced. Y de la falta de planificación del pueblo se benefician quienes más planifican. Los que más que nadie aman al Estado, que lo seducen y le vacían las arcas. El poder real. 

Las cuentas entraron en rojo, las puteadas se disiparon. Defender lo que todavía es motivo de orgullo, se combina con indignación por sus ofensivas ¿Cuánta de la indignación que fogoneamos sigue capitalizando la extrema derecha? ¿Quién cosecha la potencia política cuando suenan las cacerolas? Empujar gente al borde del estallido sólo deja una dirección para avanzar. Y ellos se alimentan de los microestallidos, de lo desorganizado. En la marea de individuos pueden gobernar, dirigir la ira de unos contra otros. 

Cuanto menos solos estamos, menos miedo tenemos. Hay potencia política en el pueblo y en lo popular, sólo que estuvo descansando, esperando, craneando. Pero terminó de duelar la expectativa de un cambio radical, de la épica de una resistencia. Ahora quiere activar y busca dónde. 

Huele a sed de acción. Las militancias silvestres asoman la cabeza, buscan rumbo, expanden campo de acción. Se buscan referentes, liderazgos, mariscales, bastones ¿Qué puede darle rumbo a la sed que fluye por las capilaridades subterráneas?

DEVENIR ANTAGONISTAS, SER ENEMIGOS

Hay procesos llegando a su final. La sensación es de cambio de época. Hubo angustias que se hicieron carne en los cuerpos, en las cuentas bancarias, en quienes fingieron cordura. Pero los cuerpos sanan, se recomponen, procesan. La derrota no se borra, pero la sensación de derrotismo si. Pensamos que la catástrofe política era el final, pero no hay final. El futuro es infinito.

Poco se ha resistido con aguante, más con resignación. Pocas trincheras, muchos repliegues. Las redes se debilitan, pero las comunidades salen a buscar solidaridad. Si ellos son la reacción al feminismo ¿cómo va a ser la reacción a la reacción al feminismo?. Pareciera que después de la derrota, el derrotismo también está llegando a su final. Devenir antagonistas a la ultraderecha. Que no haya una respuesta a ellos, sino que construyamos una ofensiva nuestra.

Venimos de un año de puro diagnóstico y pocas respuestas. Había que construir el rompecabezas, que abordar la multidimensionalidad, los pliegues. Falló la comunicación, no hay duda. Los efectos especiales no te salvan de un mal guion. Falló la capacidad de la política para transformar las vidas de las personas. Y sólo ellos se radicalizaron, de este lado no hay ultras, ni siquiera un rumbo común. Los manuales de política clásica no explican cómo recorrer los actuales territorios digitales-subjetivos-políticos. Insistir con correrse a la derecha para prevenir que llegue la derecha no interpela. 

¿Y la dirigencia a quién dirige? ¿Desde qué palacio es que “baja” al territorio? ¿Está hecha de moral esa altura que los separa? ¿Son académicos esos escalones que los elevan del territorio? Si piensan que no son de acá, gobiernen sus oficinas de Puerto Madero. No importa cuánto se recorra, siempre se es visitante donde no se habita. No pensarse dentro del país los acerca más a quienes se creen dueños de un país que odian. No ignoren, ni renieguen. Vengan, acá estamos, traiganse una sillita, les prestamos la reposera. Permitan el arraigo, hagan amistades. Construyan comunidad, necesitamos componernos como enemigos.

Si la moral progresista fracasó, indignó, ofendió ¿desde dónde construimos éticas que construyan bienestar colectivo? Me perdonen, pero la bandera de que vivamos bien, todxs, vidas plenas, felices, gozosas, no la pienso bajar. Aunque fuera cierto que se puede ser feliz en soledad, ni pienso intentarlo. Necesitamos más imágenes de futuro que nos puedan hacer salir de este presente. Derrotar esa invisible barrera que bloquea pensamiento y acción de la que hablaba Mark Fisher. La comunidad puede ser un gran acto inicial de insurrección ante tanto terror.

No quiero que pisen el pasto, quiero que recorran los pastizales. Que los sientan propios, que los quieran proteger y reproducir. Su parquizado color verde country no pincha, gasta agua, está fumigado. No permite que nuevas hierbas asomen cuando más las necesitamos. En nuestro ecosistema de representaciones, las nativas son orgullo, nunca yuyo. Las nuevas referencias que ordenen, que nucleen, que permitan salir de la recuperación a la potencia política, que la empujen a devenir y componerse antagonista de las fuerzas que nos vienen a destruir. Combatir activamente la resignación que nos lleva a la autodestrucción. La pulsión de colapso sólo lo acelera. 

Declararnos enemigos. De lo que ellos representan, de la resignación, de lo que deshumaniza y ataca. Encarnar antagonismos conscientes, colectivos, radicales. Combatir al odio, desterrar la crueldad.

CONSTRUIR COMUNIDAD, HACER FUTUROS

Fogonear indignación y denuncia construye la expectativa y la esperanza de que el cambio va a suceder. Si la percepción de la importancia del diagnóstico fuera suficiente para que alguien tomara cartas en el asunto ¿Pero quien? ¿No les pasa que extrañan la esperanza? 

Si seguimos fogoneando, un día nos vamos a despertar entre cenizas. Con capacidad de antagonizar con adversarios, pero aún más con capacidad de acción antes que la renuncia. Abandonar el derrotismo colectivo, pasar a nuevas formas de acción militante con los horizontes colectivos en el centro. Descartar vieja indignación para ir hacia los objetivos de las dirigencias aisladas. Sanar es necesario, fundamental. Incluso diría que es deseable por encima de todo lo demás. Pero ir a terapia no cura una crisis de angustia. Sanar es lento. Necesita tiempo, dedicación, riego.

Del otro lado tienen armas y finanzas, bots y trolls. Llevan ventaja en redes, en la macro. Cosechar nuestra potencia política tiene, ante todo, que ofrecer una visión común, una salida, una promesa. Nuevos pactos de futuro cargados de bienestar y plenitud, de justicia y esperanza. No resignarse a ser lo menos malo. Que puedan alentar y avivar esas chispas de micromilitancia por fuera de twitter. Llevarle una porción de postre al vecinx, discutir con el taxista, escuchar, bajarle el volumen al odio. Escuchar, escuchar, entender y escuchar un poco más. Preguntar de nuevo. Buscar, que el diagnóstico nos agarre haciendo. 

¿Dónde encontrar y construir plataformas comunes de despegue? Los valores que puedan lograr conexiones comunes, compartidas, con lo comunitario, con lo organizacional. Cómo recomponerse de quienes se sienten traicionadxs por las instituciones, por la política, por la sociedad. Las borrosas distinciones entre Estado, democracia, instituciones o capitalismo hace que las heridas de las promesas rotas las paguen todas las anteriores. 

Sindicatos, organizaciones sociales, partidos, referencias, micromilitancias ¿Cómo canalizar esa potencia política hacia adelante? El palacio manda a la calle a hacer autocrítica, pero la legitimidad está en las casas, no en el think tank. Los ritmos algorítmicos destruyen el pensamiento estratégico. Somos baiteables, queremos defender lo que atacan, hay agendas que no podemos ignorar. Un loop que se retroalimenta, su barrera que bloquea con ruido pensamiento, acción, organización. 

Diseñar y delinear la forma de las organizaciones que puedan representar y ejercer esa representación se vuelve una tarea profundamente política ¿Qué queremos y qué podemos reconstruir de los territorios estatales arrasados? ¿Cuáles son las nuevas estatalidades por emerger a la altura de los contextos de policrisis? Llenarnos de respuestas, de rumbos, de nortes y futuros a la altura de las necesidades y deseos de cada comunidad, de cada amistad, de cada expectativa. 

Deleuze dice que la amistad podía basarse en el sentido de habitar en común, de tener en común. No solamente ideas y temporalidades sino lenguajes y visiones ¿Por qué se dice tanto” mis amigxs me salvaron la vida”? Porque nos dieron en la vida el regalo de sentirse en comunidad. La sensación de no estar solxs contra el mundo, cuando había distancias culturales entre dos generaciones que eran más culturales que ideológicas ¿qué comunidades habitamos hoy que tengan futuros y horizontes en común? En la amistad y sus lenguajes existe una plataforma para atravesar una realidad absurda, para creernos capaces de transformarla.

Crear conciencia no alcanza. Fuimos criados para habitar un mundo que ya no existe; bajo paradigmas de praxis político-culturales que ya no describen la realidad.  Motorizar la voluntad popular requiere articulación y sincronía de las potencias políticas. Ante una ofensiva hiperindividualista e hiperfinanciarizada, hay oportunidad en apostar por rumbos colectivos y desfinanciarizados. Construir y fomentar comunidades no mediadas por el poder financiero que puedan crecer evitando la embestida. Que fomenten la potencia política de las micromilitancias en materialidades inscriptas por fuera de lo coyuntural. De grandes valores ordenadores que hoy no asoman, pero que la enorme capacidad del campo nacional y popular busca activamente. En simultáneo, fortalecer las redes comunitarias, de cuidados, organización que construyen capacidad colectiva de acción. 

La voluntad de las micromilitancias que existían en campaña todavía está ahí. ¿Acaso sólo el miedo a la catástrofe por venir logró destrabar una imaginación militante? Activaciones silvestres que crearon oportunidades inesperadas de intervención social. Con las urnas abiertas la potencia política demostró existencia, fluyó, apostó. Si eso fue posible sin expectativas por el mal menor.  Sobrevivir, salvar a la democracia, proteger al Estado. Había una causa por la cual luchar, un rumbo común. Y puede haber nuevos para qué de la militancia y el hacia dónde ¿Cuánto podría lograr esa potencia si emergieran horizontes ambiciosos y radicales de bienestar?

Presupuesto para incendios

Exigimos al Estado Nacional que rinda cuentas en el Manejo del Presupuesto para Incendios 

Buenos Aires, 6 de febrero de 2025

 La Patagonia arde. Más de 20.000 hectáreas ya fueron consumidas por incendios en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut. El vaciamiento estatal y la opacidad en el uso de los recursos disponibles hace cuestionar la capacidad del Estado para enfrentar esta crisis, que ya ha provocado evacuaciones masivas y pérdidas irreparables.

Desde la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas solicitamos formalmente al Ministerio de Seguridad Nacional, en virtud de la Ley 25.831 de Acceso a la Información Pública Ambiental, detalles sobre la ejecución del presupuesto asignado al Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) entre 2022 y 2025. 

Los megaincendios que devastan nuestra región no son ni atentados terroristas ni desastres naturales inevitables: son consecuencia directa de la crisis climática y de políticas públicas deficientes. Mientras el fuego avanza, devorando territorios y arrasando ecosistemas, el Estado persiste en una política de opacidad sobre los recursos destinados a la prevención y combate de incendios. El presupuesto para incendios debe ser público en esta situación. Es imprescindible conocer cómo se han distribuido los fondos, qué equipamientos se han adquirido y si los brigadistas cuentan con las condiciones necesarias para desempeñar su labor. Desde nuestra organización exigimos respuestas concretas en los siguientes puntos:

  1. Ejecución del presupuesto: Detalle del porcentaje efectivamente ejecutado del presupuesto asignado al SNMF desde 2022 hasta la fecha.
  2. Licitaciones públicas y equipamiento: Información sobre adquisiciones de equipos y su distribución por provincias.
  3. Flota de medios aéreos: Comparación del aumento o disminución de aviones y helicópteros en la última gestión.
  4. Condiciones laborales de brigadistas: Detalles del presupuesto destinado a mejorar su equipamiento y seguridad.
  5. Criterios de asignación de recursos: Explicación sobre la distribución territorial de los fondos y equipamientos.

El derecho a la información ambiental es una herramienta fundamental para la defensa de los bienes comunes. La Ley 25.831 y el Acuerdo de Escazú garantizan la obligación del Estado de brindar información clara, accesible y oportuna. Sin transparencia, no hay control ciudadano posible, y sin control, se perpetúa la impunidad en el manejo de recursos esenciales para la protección de los ecosistemas.

Los incendios no solo devastan paisajes: afectan la vida de comunidades, profundizan la crisis hídrica y expulsan poblaciones de sus territorios. No podemos permitir que la desinformación siga siendo la norma. Exigimos al Ministerio de Seguridad y al Servicio Nacional de Manejo del Fuego que cumplan con su deber legal y brinden, en los plazos estipulados por la normativa vigente, las respuestas que la ciudadanía merece sobre el presupuesto para incendios.

El silencio y la inacción no son una opción. Como sociedad, tenemos derecho a saber por qué estamos ante esta destrucción. 

Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas-Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial

incendios

Incendios, la conspiración avanza

El Gobierno niega la crisis climática y desmantela políticas ambientales mientras los incendios arrasan ecosistemas. Se persigue a brigadistas y se fomenta el racismo anti-indígena con teorías conspirativas. Es urgente fortalecer la defensa civil y movilizar solidaridad ambiental para contrarrestar la indiferencia estatal y la manipulación política de la extrema derecha.

por Maristella Svampa y Enrique Viale para elDiarioAR

Enfrentamos un gobierno negacionista que, por definición, niega la crisis ecológica y climática y, por ende, suprime políticas ambientales y recorta cada vez más el presupuesto en nombre del ajuste fiscal, mientras los incendios previsiblemente se multiplican y devoran bosques, destruyen ecosistemas, seres humanos, animales y viviendas. ¿Cómo incidir públicamente o con qué estrategias responder en medio de esta crisis que no es solo ambiental, sino también política? Parece difícil de responder porque al Gobierno no le interesan los grandes incendios, ya que todavía percibe que no paga ningún costo político frente a la sociedad. 

En todo caso, creemos que es necesario recuperar o repensar algunas claves para poder enfrentar estos megaincendios del Antropoceno o el Capitaloceno: por un lado, información y capacitación. Por otro lado, solidaridad y empatía ambiental a gran escala.El primer eje apunta al Estado, porque requiere de políticas públicas, que es lo que efectivamente no está en la agenda del Presidente. Contamos con un sistema de información meteorológico altamente capacitado, que también ha sido afectado por despidos del Gobierno. Lo mismo ha sucedido con el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, que además de ser desfinanciado y precarizado, pasó de la cartera ambiental a la órbita del Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich. Así, en vez de estar planificando cómo activar las alertas tempranas (que se basan en datos meteorológicos, territoriales y en el monitoreo de las zonas más propensas a sufrir incendios), y que servirían para controlar la propagación de focos de incendios (intencionales o no), lo que el Gobierno está haciendo es reducir el personal científico y de defensa civil, mantenerlos en la angustia de la precariedad laboral permanente y amenazarlos con despidos o represalias si –por ejemplo- hablan de “cambio climático”. Es evidente que una política pública de adaptación y mitigación de la crisis climática debe pasar por el fortalecimiento y la contratación de más personal científico y de defensa civil, incluso de formación de más brigadistas entre la población y dotarlos de equipamiento y la logística adecuada.  

Pero lo cierto es que estamos ante un ecocidio anunciado: al Gobierno le interesa usar la información para sembrar noticias falsas en las redes sociales (como explica Giuliano Da Empoli en su libro Los Ingenieros del caos, al referirse a las extremas derechas), no para fortalecer un sistema de defensa civil o una red de información científica que permita prevenir, adaptarse y mitigar la crisis climática en curso. Las respuestas del Gobierno siempre van en la línea de la negación (como lo muestra el constante “Yo no dije lo que dije” del Presidente), a lo que se suman toda suerte de teorías conspirativas. Por ejemplo, se prefiere buscar un chivo expiatorio –como hizo el gobernador de Chubut hace un par de semanas y ahora replica la superministra de seguridad nacional Patricia Bullrich—, en continuidad con la campaña anti-indígena (que inició la propia Bullrich durante el mandato de Mauricio Macri), y alentar la hipótesis de que los responsables están entre la comunidad mapuche, lanzando todo tipo de acusaciones absurdas, cuando lo real es que las comunidades indígenas, por su cosmovisión, jamás prenderían fuego un árbol y son tan afectadas como cualquier otro sector de la población en estos incendios. Incluso muchos de los brigadistas en la primera línea de fuego son miembros de esta comunidad indígena. El racismo anti-indígena de este Gobierno otorga combustible fácil para encender aún más la mecha del odio y habilitar toda suerte de teoría conspirativa.

Más aún, las fuerzas policiales de la provincia estarían persiguiendo y deteniendo incluso a brigadistas comunitarios que están colaborando en el combate contra los incendios y del centro de donaciones en la Comarca Andina, de manera aleatoria, afirmando que han encontrado a los responsables de los incendios intencionales. También corre el rumor en la Patagonia que sería inminente el ingreso del Ejército a la región. Queda claro que están dispuestos a habilitar una verdadera cacería.

Falta que Milei culpe de los incendios a algún ambientalista también… Parece chiste, pero si Milei dijo hace poco en una entrevista que la izquierda debería hacerse cargo del “nacionalsocialismo” de la segunda guerra mundial, todo es posible en la Argentina de hoy. A algún troll envalentonado o alguna entusiasta diputada oficialista se le podría ocurrir y lanzarlo sin aspavientos al tóxico debate político que hoy impera en los medios televisivos.

El colmo del carácter anticiencia de este Gobierno, que viene desmantelando y desfinanciando el aparato científico nacional, se logró con la noticia de la salida de Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un hecho sin precedentes, que provoca a nuestro país innumerables perjuicios muy concretos y un aislamiento en relación a la cooperación internacional en materia de salud.

Solidaridad y Empatía Ambiental

La pregunta también es cómo desmantelar las lecturas conspirativas. Estas no solo tienen por objetivo dar una respuesta fácil, rápida y mentirosa. Las lecturas conspirativas habilitan a quien las esgrime a “recuperar” el control, cuando todo es incontrolable. La extrema derecha LO SABE y lo viene haciendo en todos lados, utilizando hechos siniestros –se trate de un crimen aberrante o de un desastre ambiental— para apelar a teorías conspiranoicas, que des-responsabilicen al Gobierno y a los poderes económicos, y que fabriquen un culpable —que ineludiblemente está entre los sectores mas vulnerables de la sociedad—. Eso suele amainar las angustias de sectores de la sociedad que solo quieren volver a la situación anterior, negando las verdaderas causas de la crisis. 

El segundo eje apunta a la necesidad de organizar social y políticamente la solidaridad y la empatía, como claves para transitar una crisis ecológica anunciada, que se va agravando. La solidaridad que vemos emerger en los territorios dañados es conmovedora y de una gran potencia. Pero por el momento es posible en un escenario de colapso climático localizado. La pregunta es cómo potenciar esas solidaridades y empatía a una escala mayor. Necesitamos, como dicen Omar Giraldo e Ingrid Toro en un hermoso libro sobre “La Afectividad Ambiental”, de 2020, volver sobre la cuestión de las emociones y el régimen de afectividad. “Este régimen establece qué elementos pueden ser amados y ante cuáles se debe permanecer indiferente, modulando así la economía afectiva de los individuos. En este contexto, la afectividad no es caótica, sino que responde a una lógica y un orden que son determinados por las estructuras de poder.” Lo cierto es que deviene complicado y difícil en un contexto nacional donde la población —o más bien, diríamos, el régimen de afectividad— está siendo constantemente bombardeado con mensajes de insensibilidad y de crueldad.

En el contexto de la policrisis contemporánea, uno de nuestros grandes desafíos es trazar una vía de construcción colectiva hacia un cambio en la afectividad que nos reconecte con la pluralidad de la vida. Esto no se logra solamente por una vía racional o a través del conocimiento científico (que a veces asusta y desmoviliza), sino “por la revolución de los afectos y las emociones”, por la movilización en defensa de la vida que incluye no solo la nuestra y la de los vecinos, sino la de los seres no humanos, animales, bosques, fuentes de agua, que están siendo devastadas. Si no alentamos esa pulsión de vida, nuestros mejores sentimientos y emociones, en clave de construcción colectiva e interdependencia, de democracia plural y participativa, nadie se salvará. Ni siquiera los ricos o los grandes empresarios que hoy contratan bomberos privados para salvar sus propiedades… 

En suma, varias veces hemos hablado aquí que de cara a una transición ecosocial justa y popular es necesario pensar en las bases de un Estado Ecosocial para hacer frente al doble desafío, el de la crisis climática y el de las desigualdades sociales. Pero afrontar la policrisis en la que vivimos también exige activar colectivamente la pulsión de vida, el respeto por la diversidad y la interdependencia como condición de la vida misma, frente al proyecto destructivo que tanto hacia arriba (instituciones/Estado) como hacia abajo (subjetividades) impulsan políticos como Milei y el conjunto de las extremas derechas.