Litio: la nueva frontera del extractivismo en Sudamérica

El litio se ha convertido en uno de los pilares más visibles del modelo extractivista que rige las economías latinoamericanas. En Argentina, su explotación ha crecido de manera exponencial en los últimos años, consolidándose como un vector de despojo y devastación socioambiental. Bajo el discurso de la transición energética, los salares y territorios afectados por la minería de litio son convertidos en zonas de sacrificio en donde las expectativas por la explotación de litio avanza violando derechos de las poblaciones, comunidades y ecosistemas.

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Una industria bajo la lógica del despojo

La minería de litio implica procesos altamente destructivos. La extracción de salmuera, el uso intensivo de agua en regiones áridas y la alteración de ecosistemas frágiles son parte inherente de este modelo. A pesar de las promesas de progreso y crecimiento económico, las comunidades locales enfrentan el agotamiento de sus fuentes de agua, la contaminación de sus territorios y la violación de sus derechos culturales y territoriales.

Casos como Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc en Jujuy, muestran cómo las comunidades indígenas han resistido proyectos extractivos que amenazan sus modos de vida. Estas resistencias articulan demandas de autonomía y autodeterminación, cuestionando las narrativas de desarrollo impuestas desde el Estado y las empresas. En la Puna de Atacama, la expansión de proyectos mineros en provincias como Jujuy y Catamarca ha generado conflictos socioambientales crecientes, evidenciando las tensiones entre las estrategias de desarrollo basadas en la extracción de recursos y las demandas de justicia ambiental. 

Sin agua, no hay vida. Sin justicia ecosocial, no hay transición deseable.

Las luchas por el buen vivir 

La resistencia a la minería de litio es una lucha por la vida misma. Las comunidades que se organizan para defender sus territorios nos muestran que es posible imaginar y construir otros futuros, donde el agua, los salares y los ecosistemas no sean mercancías, sino parte de un entramado vital que debe ser protegido.

 

Desde la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas-Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial, hacemos un llamado a rechazar las dinámicas de saqueo y degradación y a exigir un modelo de desarrollo que respete los derechos de las personas y los ecosistemas.

Justicia ambiental frente al saqueo

En este contexto, desde la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas-Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial, denunciamos que la minería de litio no es sostenible, ni tampoco compatible con una transición justa hacia modelos económicos y políticos que respeten los derechos de las comunidades y los límites del planeta. La explotación de litio, tal como se lleva adelante en Argentina, no solo destruye ecosistemas enteros, sino que profundiza la crisis climática al promover un modelo energético e hídrico intensivo.  

 

Defendemos la necesidad del cese de los proyectos de exploración de litio en curso en los territorios de Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc así como en el conjunto de los territorios en donde hoy sus poblaciones se  encuentran en conflicto. Rechazamos la ampliación o el inicio de nuevos proyectos extractivos hasta que se implemente las Consulta Previa Libre e Informada, se realicen informes de impacto social y ambiental integrales y acumulativos por cuenca hídrica y se compruebe la no afectación sobre la vida ecosistémica. Además, proponemos impulsar transiciones ecosociales que prioricen el cuidado de los territorios y las comunidades sobre los intereses del capital.  

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La trampa del desarrollo: litio y deuda ecológica

El discurso oficial presenta al litio como una solución para la transición energética global, pero los datos desmienten esta narrativa. La participación de los países sudamericanos en la cadena global del litio es mayormente extractiva, con un bajo nivel de industrialización y escasa generación de valor agregado. El mercado está controlado por un puñado de empresas transnacionales que operan con legislaciones flexibles, escasos controles ambientales y condiciones fiscales favorables.  

 

Este modelo refuerza la dependencia económica basado en la exportación de naturaleza, perpetuando una economía extractiva que agudiza las desigualdades territoriales y expone a Argentina a la volatilidad de los mercados internacionales. Lo que queda tras el paso de la minería de litio son ecosistemas frágiles alterados, comunidades empobrecidas y una deuda ecológica impagable.