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Información de análisis desde una perspectiva socioambiental en torno a la coyuntura social y ambiental

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La desigualdad es inflamable: Radiografía del fuego

La Comarca Andina, una de las regiones más hermosas y visitadas de la Patagonia argentina, donde hace semanas se multiplican los incendios, está atravesada por múltiples desigualdades. Allí conviven gauchos criollos marginados por el proceso de gentrificación, grupos de clase media emigrados de las grandes ciudades en busca de una vida buena y organizaciones indígenas que luchan por acceder a la tierra y afirmar su identidad cultural. También, el avance de la frontera extractiva, los dispositivos represivos de las fuerzas de seguridad y el entramado corrupto de la política local, la justicia y los magnates territorializados. Maristella Svampa disecciona el combustible que se enciende y estalla cuando los focos de fuego se multiplican: la desigualdad.

Por Maristella Svampa para Revista Anfibia

“¿Qué elegirías para llevarte de tu casa si tuvieras que huir en medio de un incendio?” La pregunta no es meramente retórica, ni tampoco exclusivamente personal. Desde hace meses, del lado argentino de la cordillera nordpatagónica, los incendios forestales arrasan con bosques, animales y casas; hace poco tiempo, también, los incendios devastaron una gran cantidad de mansiones de ricos y famosos en California; y durante la temporada seca, a mediados de 2024, la querida provincia de Córdoba ardió nuevamente, mientras el humo caliente y sofocante de los múltiples focos en la Amazonia llegaba a casi todas las capitales de Sudamérica. 

En la Comarca Andina, el paralelo 42, una de las regiones más hermosas y visitadas de la Patagonia argentina, situada entre las provincias de Río Negro y Chubut, la gente vive en  zona de interfase, un área de transición entre zonas urbanas y rurales, y muchas viviendas se hallan encastradas en el bosque, sobre las tupidas laderas de los cerros o en la costa de ríos y lagos de aguas transparentes. Hippies viejos, llegados hace décadas, que todavía incursionan en las ferias de artesanos, permacultores y ambientalistas de nuevo cuño, jóvenes de todo el país en busca de otros horizontes, se instalaron en  pequeñas chacras, dedicadas a la agroecología o a los cultivos orgánicos. Hoy se codean con comunidades indígenas originarias que disputan orgullosas la tierra, y con criollos de campo, de boina, que andan a caballo y sufren parte del desplazamiento que propone la gentrificación creciente. La Comarca es también ahora un territorio donde desembarcaron grandes empresarios turísticos y forestales. La tierra es fértil, se dice que una de sus lonjas, la que atraviesa El Bolsón, al pie del rocoso cerro Piltriquitrón, es tierra negra rica en nutrientes. Durante el verano austral, para muchos turistas del país y del exterior y para los que somos patagónicos y vivimos a apenas cien kilómetros de distancia, solo un par de lagos de por medio, la temporada de frambuesas y cerezas, el lúpulo para cerveza artesanal, y todo tipo de verduras orgánicas, hacen de la comarca andina un sitio obligado de visita. 

Pero, lejos de ser un lugar idílico, la convivencia entre los diferentes grupos sociales que habitan la Comarca Andina no es armoniosa. Y ello, por varias razones. En primer lugar, en medio de los grandes incendios forestales hay también una fuerte embestida inmobiliaria, para cambiar los usos del suelo, y habilitar la construcción de emprendimientos turísticos. Aquellos sectores de la población, hippies, naturistas y ecologistas que en sintonía con las comunidades mapuche, fomentan otros modos de habitar el territorio, desarrollaron fuertes resistencias contra lo que se llama el “extractivismo inmobiliario”, como antes lo hicieron contra la minería a cielo abierto y las represas. Cada vez que se desata un incendio y hay focos intencionales que escapan a la dinámica del cambio climático, no son pocos los que afirman que éstos están asociados a los intereses inmobiliarios. 

Hippies, naturistas y ecologistas que en sintonía con las comunidades mapuche, fomentan otros modos de habitar el territorio, desarrollaron fuertes resistencias contra lo que se llama el “extractivismo inmobiliario”, como antes lo hicieron contra la minería a cielo abierto y las represas.

En la zona, desde los años 70, la deforestación y el reemplazo de los árboles nativos por especies exóticas, como el pino radiata, que vienen del hemisferio Norte, trajo consecuencias que, con el avance de la crisis climática, se volvieron dramáticas. El pino radiata es una especie que tiene en su genética al fuego como la mejor forma de dispersar sus semillas. Los conos del mismo, al calentarse, salen disparados como si fueran granadas, expandiendo sus semillas por todos lados. El fuego establece una trágica dinámica de destrucción, regeneración e invasión, mientras retrocede el bosque nativo y se pierden especies centenarias como coihues, lengas, notros y maitenes.

El corazón de la Comarca Andina, la localidad de El Bolsón, es un enclave controlado por un magnate inglés, Joe Lewis, que en 1996 se asentó en esta suerte de paraíso surcado de cerros exuberantes y lagos silenciosos, y usurpó ilegalmente el camino de acceso público al Lago Escondido. Allí empezó un conflicto que pronto escalaría. Se presentaron varios amparos que solicitaban la apertura del camino público más corto al lago, pero en una larga trama judicial, que arrancó en 2005, con muchas idas y vueltas, finalmente en 2023, la justicia de la provincia de Río Negro, falló de modo muy controvertido en favor de Lewis, y volvió a cerrar el camino público que pasa por su estancia. No era la única causa que afrontaba Lewis, también tuvo otra por compra fraudulenta de tierras, unas 12.000 hectáreas, donde hoy se extiende su mansión, un zoológico privado y una catarata artificial. Aunque la oposición de la población le impidió construir un aeropuerto propio en su patio trasero, Lewis lo hizo en Bahia Dorada, a 42 km de Sierra Grande, en medio de la estepa rionegrina. Dicen que tiene una pista casi tan larga como la de Aeroparque Jorge Newbery, el principal aeropuerto argentino de cabotaje. 

Los tentáculos del milmillonario con el poder político y judicial son muy conocidos en Argentina. Lewis no solo es amigo del expresidente, el empresario Mauricio Macri, quien ha visitado varias veces su residencia de Lago Escondido. En 2022, se desató un escándalo que saltó a los medios, cuando varios jueces federales y funcionarios porteños, incluso personas ligadas a un conocido multimedios argentino, viajaron en un avión privado, y fueron a pasar unos días allí. También se hizo público que dichos jueces habían firmado fallos en favor de Lewis (por el tema de la compra de tierras), así como en favor del multimedios involucrado. La colusión de intereses era evidente, más allá de la instrumentalización política-partidaria del affaire, y sin embargo, la justicia desestimó el “delito de dádivas” y de “lawfare” y declaró nula la causa, por considerar que se trataba de “una excursión de pesca”. 

Lewis zafó de la justicia argentina pero no así de la de Estados Unidos, donde en 2024 fue condenado por “tráfico ilegal de influencias”, al ser encontrado culpable de proporcionar información confidencial de ciertas empresas que cotizan en bolsa, a sus empleados, incluidos sus chóferes privados, y sus amantes, en una trama insólita que entre 2013 y 2021 le reportó millones de dólares. ¿Habrá sido acaso una expresión de populismo plutocrático para con sus subalternos? Vaya a saber. Lewis fue condenado a tres años de libertad condicional y se lo multó con apenas 5 millones de dólares.

El racismo anti-mapuche fue escalando y el intento de cancelación de las demandas indígenas se instaló de lleno en los medios de comunicación.

En segundo lugar, desde hace varios años ya, idas y vueltas mediante, se ha ido instalando una virulenta campaña anti-indígena, en un contexto de fuerte disputa de tierras y de avance del extractivismo petrolero, minero, represas y megaproyectos turísticos en todo el país, muy particularmente en esa codiciada zona de la Patagonia. No es algo nuevo, es cierto, recorre la historia argentina y vuelve a traer a la memoria el genocidio indígena, llevado a cabo por el ejército argentino en el siglo XIX. Sin embargo, hace unos años el racismo anti-mapuche fue escalando y el intento de cancelación de las demandas indígenas se instaló de lleno en los medios de comunicación. Un ejemplo fue lo sucedido en octubre de 2021, en el programa de un reconocido periodista, hoy fallecido, transmitido en el prime time televisivo: bajo el título “Indios al ataque”, aplicado sobre una foto o infografía que mostraba los colores de la bandera mapuche cubriendo el mapa de la Patagonia, una voz en off que en tono enfático decía: “Son los nuevos terroristas. Incendian y ponen en jaque a poblaciones enteras. Reclaman la mitad de la Argentina con la complicidad del gobierno que no se inmuta”. Si la derecha neoliberal, con Mauricio Macri, disparó el peligroso dispositivo del “enemigo interno”, algo que fue matizado durante el gobierno del oscilante Alberto Fernández (al cual medios mainstream acusaban de ser “cómplice”), con la llegada del ultra-neoliberal Javier Milei, y el regreso de Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad Nacional (estuvo a cargo de dicho ministerio durante la gestión del PRO y fue responsable de los operativos que terminaron con la vida de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel), el racismo anti-mapuche volvió a encenderse a niveles delirantes. 

En tiempos de crisis múltiple, de Estado ausente y de negacionismos de todo tipo, lo más rápido es buscar un chivo expiatorio, y alentar la hipótesis de que los responsables de todo mal son un supuesto “enemigo interno”, el que ineludiblemente se encuentra entre los sectores más vulnerables de la sociedad. Sobre la comunidad mapuche se lanzaron todo tipo de acusaciones absurdas,  como por ejemplo, que son los responsables de los focos de incendio intencional en la Comarca Andina, cuando lo real es que las comunidades indígenas, por su cosmovisión, jamás prenderían fuego un árbol y resultan tan afectadas como cualquier otro sector de la población por los incendios. Incluso, muchos de los brigadistas comunitarios en la primera línea de fuego son mapuches. Sin embargo, el racismo anti-indígena del gobierno otorga combustible fácil para encender aún más la mecha del odio y habilitar toda suerte de teoría conspirativa. 

Antes de cerrar este relato patagónico, quisiera volver a Lewis, cuyo largo brazo se extiende al poder local. Importantes funcionarios municipales de El Bolsón fueron sus empleados, el milmillonario es también uno de los principales empleadores de la localidad. En este marco, se disparan hechos de tensión: criollos montados a caballo acusan de ser “falsos mapuches” a los indígenas o la policía privada que trabaja para Lewis impide el ingreso al camino que era público de los manifestantes que cada año suben para reclamar por la soberanía argentina, entre otros. 

Criollos montados a caballo acusan de ser “falsos mapuches” a los indígenas, la policía privada que trabaja para Lewis impide el ingreso al camino que era público de los manifestantes que cada año suben para reclamar por la soberanía argentina.

Además, en los últimos años, en un contexto de avance de los reclamos de los derechos territoriales de las comunidades indígenas, amparados en la Ley 26160 (que el gobierno de Javier Milei derogó a fines de 2024), hubo ocupaciones de territorios. Años atrás, una fracción indígena radicalizada, muy minúscula (me refiero a Facundo Jones Huala), fue acusada de protagonizar hechos de violencia. Jones Huala terminó siendo usado por las autoridades provinciales y nacionales: cada tanto sacan a relucir viejos videos, que vuelven a circular oportunamente en las redes sociales. Mientras, varias personas de origen indígena fueron asesinadas en contextos de tomas, sea por las fuerzas de seguridad, como por los socios de un empresario forestal. En el medio de estos hechos controvertidos, cada tanto hay disturbios en El Bolsón: gauchos de a caballo operan como fuerza de choque y golpean con su rebenque a miembros de la población completamente desarmados, que se manifiestan por alguna causa.

La bella y prometedora Comarca Andina aparece como una suerte de analizador social, que revela elementos ocultos y permite leer lo que sucede, en pequeña escala, en el resto de la sociedad. Se pueden ver cómo se activan las redes de solidaridad ante cada incendio, frente a la desidia estatal. Pero también se puede palpar la desigualdad social, con sus gauchos criollos marginados por el proceso de gentrificación; se puede ver la desigualdad racial, teñida de un racismo anti-indígena que estremece por su nivel de desprecio y violencia; se puede ver la impunidad con la cual obran empresarios y millonarios, sean extranjeros o no; se puede ver el esfuerzo de diferentes grupos de clase media emigrados de las grandes ciudades y convertidos en chacareros, por llevar una vida buena, en interconexión con la naturaleza, atravesada por otros modelos productivos; se puede ver la lucha asimétrica de las organizaciones indígenas por acceder a la tierra y afirmar su identidad cultural; se puede ver el dispositivo represivo que une fuerzas de seguridad locales, provinciales y nacionales; se puede ver el avance de la frontera extractiva en varias de sus modalidades; se puede ver el entramado corrupto de la política local, amañada con la justicia y los magnates territorializados. Todos estos elementos son parte del combustible que se enciende y estalla cuando los focos de fuego se multiplican, y en medio de la ola de solidaridad ante el desastre, de pronto todo se vuelve confuso y peligroso, y el territorio, con sus desigualdades múltiples, su racismo y su impunidad, se convierte en zona de tensiones y las fuerzas de seguridad arrancan con su cacería.

 Así, no son solo los incendios del Antropoceno o del Capitaloceno los que acechan la Comarca Andina y más allá. Entonces, ¿qué elegirías para llevarte  de tu casa si tuvieras que huir en medio de un incendio?

futuro

El fin de la derrota: abrir el futuro

Hace más de un año que la extrema derecha llegó al poder y, entre tanta ejecución, aún no hay reacción. Entre diagnósticos y derrotismo, la pregunta sigue en el aire: ¿Cómo se construye una respuesta? ¿Cuál es el rumbo que va a tomar la indignación? ¿Quiénes seremos cuando la historia vuelva a girar?

Por Alejo di Risio para Revista Urbe

ELLOS 

Hace más de un año que la extrema derecha llegó al poder en Argentina. A pesar de que pasa el tiempo, todavía estamos de cara. Sorpresa, caretas, sin entender. Las hipótesis y teorías sobre por qué llegamos acá siguen resonando. En las pantallas, en las conversaciones y en las roscas suenan variaciones de las mismas preguntas ¿Cómo fue que llegamos hasta acá? ¿Vamos a poder salir? ¿Cuánto falta? 

Que si fue la inflación o los incels. Que si es #TendenciaMundial. Los medios normalizaron, los streamers banalizaron. La mano del Partido Militar. Fue la crisis, esa que ya ni sabemos desde hace cuánto viene y que tampoco entendemos bien cómo sería su final. Fue algún gato de los que Alberto llevó a la casta rosada. Fue ese gato anónimo que quiso que le digan elle. Fue el mismo gato de siempre. Sobró kirchnerismo. Faltó Cristina. Faltó kirchnerismo. Fueron (los) tibios, fueron los gorilas. Faltó territorio, calle y/o tik tok. Eran los porteños; son los cordobeses, serán los venezolanos. Todas las anteriores. 

Y mientras tanto la derecha ejecuta. Extrema, ultra, gritona, ruidosa, rabiosa. Boluda y violenta: satura y sobreinforma. Te invita a pelear, pero si aceptás corre. Cryptotinchos que sueñan con emanciparse de la vida mula porque no quieren laburar. Quieren ser influencers, brokers, traders, grinders, chads. No demandan la precariedad que Argentina les oferta. Desean la emancipación, aman la guita y esforzarse por ella, pero odian pensarse como trabajadores. Impugnan jubilarse y odian aportar. Saben que la guerra entre capital y trabajo la ganó el capital. Para los problemas del capitalismo tardío, proponen dejar atrás a la democracia. Fascismo para pocos, antes que desigualdad para muchos. Estafa piramidal antes que escasez.

Modelos de masculinidad pusilánime, frágil. Necesitaban que se validara su dolor, que les confesaran que era real, que les dieran un abrazo y les dijeran que no es su culpa. Se pensaron víctimas cuando el feminismo los moralizó, y apostaron por tierra arrasada antes que ser el último orejón. Prefirieron creer que no eran ellos, sino que era Soros. Culpan al DNI no binarix de no haber alcanzado a tener su guarida fiscal. Compensan impotencia política con venganza financiera. Parece que estuvieran a punto de componer un movimiento, pero son sólo muchos individuos. Se piensan solos, autosuficientes, flashean Lobo de Wall Street. Luchan y lucharán por su derecho inalienable a devenir Marcos Galperin. 

El Estado al cual le exigimos, al cual definimos como responsable, hoy, nos odia. Este último año se institucionalizó el desprecio por las banderas de la política. Enarbolan la de la escuela de Chicago, santificando a una economía abstracta e irreal como superior. Exorcizan la sensación de fracaso, de rezago. Microdosean odio para rellenar resentimiento. Disfrazan política de identidad.

¿NOSOTRXS?

En la selva, lo que no se mueve se muere. O se convierte en presa o muere de hambre. Parece haber estabilidad. Hay hambre.

Los primeros meses hubo un desfile mediático de oráculos colapsistas. Pero esto no se cayó por su propio peso, dio para más y no hubo estallido.  Después de los idus de marzo, la sensación de que se podía batallar gente gritona de redes con gente gritona de redes perdió ímpetu. Pregonar verdades mesiánicas no funcionó. Hubo más sensación de desamparo, de soledad. Derrotismo y desmovilización. La confirmación de que no había una reacción inmediata invitó a asumir el duelo de lo quedaba atrás. Pasamos de discutir ingreso universal básico a ver en vivo cómo esterilizan la potencia estatal. Cómo desfinancian el paisaje de instituciones, personas y conocimientos conocido como Estado. Todo edificio se puede reconstruir, y toda institución restituir. Pero para nuevas instituciones se necesitan nuevos planos de obra. 

Desestabiliza lo que dábamos por asumido, nos deja derrotados, desahuciados. El regodeo de la crueldad nos toma por sorpresa. No el de un puñadito de gritones y pusilánimes, sino el de la tribuna que los festeja. Duele. 

Tal vez la mayor herida es la social, la sensible. Que confiaba que el pueblo argentino tenía la paz social inscripta como acuerdo común. Que existía en la voluntad popular un horizonte compartido de bienestar, de igualdad. Con instituciones que, con todas sus falencias, fueran construyendo cada vez más esa sociedad. Pero no es sólo la economía lo que está en crisis, es el entramado de valores sociales ¿Hay un nosotrxs?

Cada vez más trabajadorxs no se identifican como tales, ni con sus compatriotas. A veces ni siquiera quienes tienen mejoras materiales con paritarias se identifican en las luchas colectivas. Se las ve parte de una estructura a la cual no quieren abonar ni pertenecer. Las entienden parte de una política, que no representa, y por ende no convoca. 

Con la toxificación de las redes, la provocación se ha algoritmizado. Nos llevan años de TikTok de ventaja y el gen militante se come todas las pelotas. Sin granjas de bots, publicidad, o presupuesto ¿Cómo se renueva la potencia política desde lo micro? ¿Cuando finalmente se reorganice lo popular, habrá oposición consolidada? ¿Hasta dónde la llevamos? ¿A cuantxs les va a pintar la salida solitaria de luigimangionearla? ¿cómo retomar la beligerancia sin convertirse en un promotor de las hostilidades? ¿Tenemos un derecho a la violencia? La democracia no la ejerce nadie, no se cuida sola. Funciona por oposición de intereses ¿Quién va a emerger antagonista a la extrema derecha como ordenador del sistema político? 

Esos resortes de la institucionalidad democrática ¿están aquí con nosotrxs? ¿O en el Congreso que no lo iba a dejar? Al principio la calle respiraba odio, y ellos parasitan indignación. Libran una guerra santa contra un Estado ineficiente, pero no culpable. Aunque mucha de la indignación es compartida: nos prometieron que con democracia se comía, se educaba y se curaba. Pero los descargos de ira que vimos fueron erráticos. Algunos brotes, algunos fusibles. Pero sueltos, atomizados, fundamentalmente individuales. En física, cuando las moléculas vibran para lados distintos, aumenta la temperatura de un objeto, pero este no se mueve. Y así estuvimos, quietos y calientes. Si al menos explotáramos juntxs habría 2001. Pero implotar en soledad no aglutina, no convoca, ni genera comunidad. La voluntad de dosmilunearla parece quedar en el pasado. 

Tardamos, pero entendimos. La extrema derecha, sus formas, prácticas y la identidad que pregonan, están plantadas. No se la combatirá con amor, ni diplomacia. La información y los datos no atraviesan el griterío de insultos, y nos invitan a que nos convirtamos en víctimas antes que en antagonistas. Capítulo aparte para periodistas y medios que insisten con prestar micrófono a argumentos fascistoides sin poder contextualizarlos como tales. Antes decíamos “al fascismo no se lo discute, se lo combate”. Ahora diremos “no alimentar al troll”. 

Pero es esa indignación caótica y errática la que la extrema derecha sabe capitalizar mejor que nadie. La aspira como un chute y la canaliza a su favor. Deslegitima, denigra, contesta, baitea. Sabe que la falta de visión común, deja la individualidad caótica a merced. Y de la falta de planificación del pueblo se benefician quienes más planifican. Los que más que nadie aman al Estado, que lo seducen y le vacían las arcas. El poder real. 

Las cuentas entraron en rojo, las puteadas se disiparon. Defender lo que todavía es motivo de orgullo, se combina con indignación por sus ofensivas ¿Cuánta de la indignación que fogoneamos sigue capitalizando la extrema derecha? ¿Quién cosecha la potencia política cuando suenan las cacerolas? Empujar gente al borde del estallido sólo deja una dirección para avanzar. Y ellos se alimentan de los microestallidos, de lo desorganizado. En la marea de individuos pueden gobernar, dirigir la ira de unos contra otros. 

Cuanto menos solos estamos, menos miedo tenemos. Hay potencia política en el pueblo y en lo popular, sólo que estuvo descansando, esperando, craneando. Pero terminó de duelar la expectativa de un cambio radical, de la épica de una resistencia. Ahora quiere activar y busca dónde. 

Huele a sed de acción. Las militancias silvestres asoman la cabeza, buscan rumbo, expanden campo de acción. Se buscan referentes, liderazgos, mariscales, bastones ¿Qué puede darle rumbo a la sed que fluye por las capilaridades subterráneas?

DEVENIR ANTAGONISTAS, SER ENEMIGOS

Hay procesos llegando a su final. La sensación es de cambio de época. Hubo angustias que se hicieron carne en los cuerpos, en las cuentas bancarias, en quienes fingieron cordura. Pero los cuerpos sanan, se recomponen, procesan. La derrota no se borra, pero la sensación de derrotismo si. Pensamos que la catástrofe política era el final, pero no hay final. El futuro es infinito.

Poco se ha resistido con aguante, más con resignación. Pocas trincheras, muchos repliegues. Las redes se debilitan, pero las comunidades salen a buscar solidaridad. Si ellos son la reacción al feminismo ¿cómo va a ser la reacción a la reacción al feminismo?. Pareciera que después de la derrota, el derrotismo también está llegando a su final. Devenir antagonistas a la ultraderecha. Que no haya una respuesta a ellos, sino que construyamos una ofensiva nuestra.

Venimos de un año de puro diagnóstico y pocas respuestas. Había que construir el rompecabezas, que abordar la multidimensionalidad, los pliegues. Falló la comunicación, no hay duda. Los efectos especiales no te salvan de un mal guion. Falló la capacidad de la política para transformar las vidas de las personas. Y sólo ellos se radicalizaron, de este lado no hay ultras, ni siquiera un rumbo común. Los manuales de política clásica no explican cómo recorrer los actuales territorios digitales-subjetivos-políticos. Insistir con correrse a la derecha para prevenir que llegue la derecha no interpela. 

¿Y la dirigencia a quién dirige? ¿Desde qué palacio es que “baja” al territorio? ¿Está hecha de moral esa altura que los separa? ¿Son académicos esos escalones que los elevan del territorio? Si piensan que no son de acá, gobiernen sus oficinas de Puerto Madero. No importa cuánto se recorra, siempre se es visitante donde no se habita. No pensarse dentro del país los acerca más a quienes se creen dueños de un país que odian. No ignoren, ni renieguen. Vengan, acá estamos, traiganse una sillita, les prestamos la reposera. Permitan el arraigo, hagan amistades. Construyan comunidad, necesitamos componernos como enemigos.

Si la moral progresista fracasó, indignó, ofendió ¿desde dónde construimos éticas que construyan bienestar colectivo? Me perdonen, pero la bandera de que vivamos bien, todxs, vidas plenas, felices, gozosas, no la pienso bajar. Aunque fuera cierto que se puede ser feliz en soledad, ni pienso intentarlo. Necesitamos más imágenes de futuro que nos puedan hacer salir de este presente. Derrotar esa invisible barrera que bloquea pensamiento y acción de la que hablaba Mark Fisher. La comunidad puede ser un gran acto inicial de insurrección ante tanto terror.

No quiero que pisen el pasto, quiero que recorran los pastizales. Que los sientan propios, que los quieran proteger y reproducir. Su parquizado color verde country no pincha, gasta agua, está fumigado. No permite que nuevas hierbas asomen cuando más las necesitamos. En nuestro ecosistema de representaciones, las nativas son orgullo, nunca yuyo. Las nuevas referencias que ordenen, que nucleen, que permitan salir de la recuperación a la potencia política, que la empujen a devenir y componerse antagonista de las fuerzas que nos vienen a destruir. Combatir activamente la resignación que nos lleva a la autodestrucción. La pulsión de colapso sólo lo acelera. 

Declararnos enemigos. De lo que ellos representan, de la resignación, de lo que deshumaniza y ataca. Encarnar antagonismos conscientes, colectivos, radicales. Combatir al odio, desterrar la crueldad.

CONSTRUIR COMUNIDAD, HACER FUTUROS

Fogonear indignación y denuncia construye la expectativa y la esperanza de que el cambio va a suceder. Si la percepción de la importancia del diagnóstico fuera suficiente para que alguien tomara cartas en el asunto ¿Pero quien? ¿No les pasa que extrañan la esperanza? 

Si seguimos fogoneando, un día nos vamos a despertar entre cenizas. Con capacidad de antagonizar con adversarios, pero aún más con capacidad de acción antes que la renuncia. Abandonar el derrotismo colectivo, pasar a nuevas formas de acción militante con los horizontes colectivos en el centro. Descartar vieja indignación para ir hacia los objetivos de las dirigencias aisladas. Sanar es necesario, fundamental. Incluso diría que es deseable por encima de todo lo demás. Pero ir a terapia no cura una crisis de angustia. Sanar es lento. Necesita tiempo, dedicación, riego.

Del otro lado tienen armas y finanzas, bots y trolls. Llevan ventaja en redes, en la macro. Cosechar nuestra potencia política tiene, ante todo, que ofrecer una visión común, una salida, una promesa. Nuevos pactos de futuro cargados de bienestar y plenitud, de justicia y esperanza. No resignarse a ser lo menos malo. Que puedan alentar y avivar esas chispas de micromilitancia por fuera de twitter. Llevarle una porción de postre al vecinx, discutir con el taxista, escuchar, bajarle el volumen al odio. Escuchar, escuchar, entender y escuchar un poco más. Preguntar de nuevo. Buscar, que el diagnóstico nos agarre haciendo. 

¿Dónde encontrar y construir plataformas comunes de despegue? Los valores que puedan lograr conexiones comunes, compartidas, con lo comunitario, con lo organizacional. Cómo recomponerse de quienes se sienten traicionadxs por las instituciones, por la política, por la sociedad. Las borrosas distinciones entre Estado, democracia, instituciones o capitalismo hace que las heridas de las promesas rotas las paguen todas las anteriores. 

Sindicatos, organizaciones sociales, partidos, referencias, micromilitancias ¿Cómo canalizar esa potencia política hacia adelante? El palacio manda a la calle a hacer autocrítica, pero la legitimidad está en las casas, no en el think tank. Los ritmos algorítmicos destruyen el pensamiento estratégico. Somos baiteables, queremos defender lo que atacan, hay agendas que no podemos ignorar. Un loop que se retroalimenta, su barrera que bloquea con ruido pensamiento, acción, organización. 

Diseñar y delinear la forma de las organizaciones que puedan representar y ejercer esa representación se vuelve una tarea profundamente política ¿Qué queremos y qué podemos reconstruir de los territorios estatales arrasados? ¿Cuáles son las nuevas estatalidades por emerger a la altura de los contextos de policrisis? Llenarnos de respuestas, de rumbos, de nortes y futuros a la altura de las necesidades y deseos de cada comunidad, de cada amistad, de cada expectativa. 

Deleuze dice que la amistad podía basarse en el sentido de habitar en común, de tener en común. No solamente ideas y temporalidades sino lenguajes y visiones ¿Por qué se dice tanto” mis amigxs me salvaron la vida”? Porque nos dieron en la vida el regalo de sentirse en comunidad. La sensación de no estar solxs contra el mundo, cuando había distancias culturales entre dos generaciones que eran más culturales que ideológicas ¿qué comunidades habitamos hoy que tengan futuros y horizontes en común? En la amistad y sus lenguajes existe una plataforma para atravesar una realidad absurda, para creernos capaces de transformarla.

Crear conciencia no alcanza. Fuimos criados para habitar un mundo que ya no existe; bajo paradigmas de praxis político-culturales que ya no describen la realidad.  Motorizar la voluntad popular requiere articulación y sincronía de las potencias políticas. Ante una ofensiva hiperindividualista e hiperfinanciarizada, hay oportunidad en apostar por rumbos colectivos y desfinanciarizados. Construir y fomentar comunidades no mediadas por el poder financiero que puedan crecer evitando la embestida. Que fomenten la potencia política de las micromilitancias en materialidades inscriptas por fuera de lo coyuntural. De grandes valores ordenadores que hoy no asoman, pero que la enorme capacidad del campo nacional y popular busca activamente. En simultáneo, fortalecer las redes comunitarias, de cuidados, organización que construyen capacidad colectiva de acción. 

La voluntad de las micromilitancias que existían en campaña todavía está ahí. ¿Acaso sólo el miedo a la catástrofe por venir logró destrabar una imaginación militante? Activaciones silvestres que crearon oportunidades inesperadas de intervención social. Con las urnas abiertas la potencia política demostró existencia, fluyó, apostó. Si eso fue posible sin expectativas por el mal menor.  Sobrevivir, salvar a la democracia, proteger al Estado. Había una causa por la cual luchar, un rumbo común. Y puede haber nuevos para qué de la militancia y el hacia dónde ¿Cuánto podría lograr esa potencia si emergieran horizontes ambiciosos y radicales de bienestar?

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Incendios, la conspiración avanza

El Gobierno niega la crisis climática y desmantela políticas ambientales mientras los incendios arrasan ecosistemas. Se persigue a brigadistas y se fomenta el racismo anti-indígena con teorías conspirativas. Es urgente fortalecer la defensa civil y movilizar solidaridad ambiental para contrarrestar la indiferencia estatal y la manipulación política de la extrema derecha.

por Maristella Svampa y Enrique Viale para elDiarioAR

Enfrentamos un gobierno negacionista que, por definición, niega la crisis ecológica y climática y, por ende, suprime políticas ambientales y recorta cada vez más el presupuesto en nombre del ajuste fiscal, mientras los incendios previsiblemente se multiplican y devoran bosques, destruyen ecosistemas, seres humanos, animales y viviendas. ¿Cómo incidir públicamente o con qué estrategias responder en medio de esta crisis que no es solo ambiental, sino también política? Parece difícil de responder porque al Gobierno no le interesan los grandes incendios, ya que todavía percibe que no paga ningún costo político frente a la sociedad. 

En todo caso, creemos que es necesario recuperar o repensar algunas claves para poder enfrentar estos megaincendios del Antropoceno o el Capitaloceno: por un lado, información y capacitación. Por otro lado, solidaridad y empatía ambiental a gran escala.El primer eje apunta al Estado, porque requiere de políticas públicas, que es lo que efectivamente no está en la agenda del Presidente. Contamos con un sistema de información meteorológico altamente capacitado, que también ha sido afectado por despidos del Gobierno. Lo mismo ha sucedido con el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, que además de ser desfinanciado y precarizado, pasó de la cartera ambiental a la órbita del Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich. Así, en vez de estar planificando cómo activar las alertas tempranas (que se basan en datos meteorológicos, territoriales y en el monitoreo de las zonas más propensas a sufrir incendios), y que servirían para controlar la propagación de focos de incendios (intencionales o no), lo que el Gobierno está haciendo es reducir el personal científico y de defensa civil, mantenerlos en la angustia de la precariedad laboral permanente y amenazarlos con despidos o represalias si –por ejemplo- hablan de “cambio climático”. Es evidente que una política pública de adaptación y mitigación de la crisis climática debe pasar por el fortalecimiento y la contratación de más personal científico y de defensa civil, incluso de formación de más brigadistas entre la población y dotarlos de equipamiento y la logística adecuada.  

Pero lo cierto es que estamos ante un ecocidio anunciado: al Gobierno le interesa usar la información para sembrar noticias falsas en las redes sociales (como explica Giuliano Da Empoli en su libro Los Ingenieros del caos, al referirse a las extremas derechas), no para fortalecer un sistema de defensa civil o una red de información científica que permita prevenir, adaptarse y mitigar la crisis climática en curso. Las respuestas del Gobierno siempre van en la línea de la negación (como lo muestra el constante “Yo no dije lo que dije” del Presidente), a lo que se suman toda suerte de teorías conspirativas. Por ejemplo, se prefiere buscar un chivo expiatorio –como hizo el gobernador de Chubut hace un par de semanas y ahora replica la superministra de seguridad nacional Patricia Bullrich—, en continuidad con la campaña anti-indígena (que inició la propia Bullrich durante el mandato de Mauricio Macri), y alentar la hipótesis de que los responsables están entre la comunidad mapuche, lanzando todo tipo de acusaciones absurdas, cuando lo real es que las comunidades indígenas, por su cosmovisión, jamás prenderían fuego un árbol y son tan afectadas como cualquier otro sector de la población en estos incendios. Incluso muchos de los brigadistas en la primera línea de fuego son miembros de esta comunidad indígena. El racismo anti-indígena de este Gobierno otorga combustible fácil para encender aún más la mecha del odio y habilitar toda suerte de teoría conspirativa.

Más aún, las fuerzas policiales de la provincia estarían persiguiendo y deteniendo incluso a brigadistas comunitarios que están colaborando en el combate contra los incendios y del centro de donaciones en la Comarca Andina, de manera aleatoria, afirmando que han encontrado a los responsables de los incendios intencionales. También corre el rumor en la Patagonia que sería inminente el ingreso del Ejército a la región. Queda claro que están dispuestos a habilitar una verdadera cacería.

Falta que Milei culpe de los incendios a algún ambientalista también… Parece chiste, pero si Milei dijo hace poco en una entrevista que la izquierda debería hacerse cargo del “nacionalsocialismo” de la segunda guerra mundial, todo es posible en la Argentina de hoy. A algún troll envalentonado o alguna entusiasta diputada oficialista se le podría ocurrir y lanzarlo sin aspavientos al tóxico debate político que hoy impera en los medios televisivos.

El colmo del carácter anticiencia de este Gobierno, que viene desmantelando y desfinanciando el aparato científico nacional, se logró con la noticia de la salida de Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un hecho sin precedentes, que provoca a nuestro país innumerables perjuicios muy concretos y un aislamiento en relación a la cooperación internacional en materia de salud.

Solidaridad y Empatía Ambiental

La pregunta también es cómo desmantelar las lecturas conspirativas. Estas no solo tienen por objetivo dar una respuesta fácil, rápida y mentirosa. Las lecturas conspirativas habilitan a quien las esgrime a “recuperar” el control, cuando todo es incontrolable. La extrema derecha LO SABE y lo viene haciendo en todos lados, utilizando hechos siniestros –se trate de un crimen aberrante o de un desastre ambiental— para apelar a teorías conspiranoicas, que des-responsabilicen al Gobierno y a los poderes económicos, y que fabriquen un culpable —que ineludiblemente está entre los sectores mas vulnerables de la sociedad—. Eso suele amainar las angustias de sectores de la sociedad que solo quieren volver a la situación anterior, negando las verdaderas causas de la crisis. 

El segundo eje apunta a la necesidad de organizar social y políticamente la solidaridad y la empatía, como claves para transitar una crisis ecológica anunciada, que se va agravando. La solidaridad que vemos emerger en los territorios dañados es conmovedora y de una gran potencia. Pero por el momento es posible en un escenario de colapso climático localizado. La pregunta es cómo potenciar esas solidaridades y empatía a una escala mayor. Necesitamos, como dicen Omar Giraldo e Ingrid Toro en un hermoso libro sobre “La Afectividad Ambiental”, de 2020, volver sobre la cuestión de las emociones y el régimen de afectividad. “Este régimen establece qué elementos pueden ser amados y ante cuáles se debe permanecer indiferente, modulando así la economía afectiva de los individuos. En este contexto, la afectividad no es caótica, sino que responde a una lógica y un orden que son determinados por las estructuras de poder.” Lo cierto es que deviene complicado y difícil en un contexto nacional donde la población —o más bien, diríamos, el régimen de afectividad— está siendo constantemente bombardeado con mensajes de insensibilidad y de crueldad.

En el contexto de la policrisis contemporánea, uno de nuestros grandes desafíos es trazar una vía de construcción colectiva hacia un cambio en la afectividad que nos reconecte con la pluralidad de la vida. Esto no se logra solamente por una vía racional o a través del conocimiento científico (que a veces asusta y desmoviliza), sino “por la revolución de los afectos y las emociones”, por la movilización en defensa de la vida que incluye no solo la nuestra y la de los vecinos, sino la de los seres no humanos, animales, bosques, fuentes de agua, que están siendo devastadas. Si no alentamos esa pulsión de vida, nuestros mejores sentimientos y emociones, en clave de construcción colectiva e interdependencia, de democracia plural y participativa, nadie se salvará. Ni siquiera los ricos o los grandes empresarios que hoy contratan bomberos privados para salvar sus propiedades… 

En suma, varias veces hemos hablado aquí que de cara a una transición ecosocial justa y popular es necesario pensar en las bases de un Estado Ecosocial para hacer frente al doble desafío, el de la crisis climática y el de las desigualdades sociales. Pero afrontar la policrisis en la que vivimos también exige activar colectivamente la pulsión de vida, el respeto por la diversidad y la interdependencia como condición de la vida misma, frente al proyecto destructivo que tanto hacia arriba (instituciones/Estado) como hacia abajo (subjetividades) impulsan políticos como Milei y el conjunto de las extremas derechas.

río Paraguay

Urgente, detener derrocamientos en el río Paraguay

Como hemos advertido desde la Asociación Argentina de Abogadas/dos Ambientalistas y el Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial (1), se está ejecutando el derrocamiento (destrucción) de pasos rocosos (diques naturales de rocas por debajo del río) en el cauce principal del río Paraguay.(2)

El río Paraguay nace en Brasil, en el gran Pantanal, el humedal más grande del planeta (superficie de Francia) y aguas arriba del Sistema de humedales del río Paraná en sus tamos medio e inferior.

La cuenca del Plata, Holmes/Meitin, 2017.

La destrucción de estos diques naturales, aproximadamente trece, cambiará para siempre el régimien hidrológico natural del mismo, produciendo impactos irreversibles directos en el sistema de humedales del Paraguay con procesos acumulativos negativos en el gran panantal y aguas abajo, modificando radicalmente velocidades, turbulencias, procesos de sedimentación, ritmos de las inundaciones o profundización de las sequías, ni más ni menos, en un contexto climático antrópico casi desolador y donde cada día los ecosistemas y sus gentes, disponen de menos y menos agua.

Es decir, en la mayor crisis hídrica y ambiental de Sudamérica, se pretende seguir navegando con barcos cada vez de mayor dimensiones, hasta el corazón mismo del Pantanal hermano.

Durante la decada del neoliberalismo de fines del pasado Siglo, se intentó desarrollar este proyecto de demolición de los pasos rocosos usando explosivos. Organizaciones sociales y ecologistas de la Cuenca lograron detener este ecocidio. Una historia no menor, que no es ahora el objetivo de narrar en la presente nota.

De lo que se trata, es que resulta relevante que la Cancillería Argentina como de Brasil y Bolivia, convoquen al gobierno de Paraguay a una reunión urgente de Cancilleres en el marco del Acuerdo Marco Ambiental del MERCOSUR, con la finalidad de poder acceder a los estudios de impacto ambiental, si los mismos existen, saber de sus autores y de la necesaria evaluación previa por parte de los Estados miembros, en razón de las consecuencias ambientales y sociales que esta decisión puede causar en la cuenca del Paraguay-Paraná.

Se solicito hace casi dos meses a la Cancillería Argentina su urgente intervención. A la fecha no disponemos de una respuesta oficial. Paraguay no puede avanzar en semejante decisión sin un acuerdo serio y con el desarrollo de todos los procesos de estudios más que sinérgicos en un sistema de humedales que sobrevive en los territorios de cinco países.

Del análisis de los estudios técnicos ambientales realizados a mediados de los 90, podemos advertir y llamar la atención de que los consultores actuantes en los estudios oficiales “… parecen haber considerado el mejoramiento de la navegación como una cuestión que atañe, a si únicamente el dragado de bancos arenosos y el derrocamiento bajarían el nivel del agua en un solo canal, a la vez. Incluso la más amplia investigación realizada por TGCC parte de este punto de vista. Los análisis sobre otros efectos hidrológicos del proyecto, la hidráulica y la sedimentación, (Volúmen 5) son meras opiniones y no análisis rigurosos.”(3)

El Panel de Expertos oportunamente conformado, realizaron en sus informes un sinnúmero de preguntas que aún no tienen respuestas públicas. Así también expone que la reducción de la superficie inundada del terreno aluvional antes mencionado, serán relevantes y de impactos aumulativos diversos en los ecosistemas asociados.

La realidad geomorfológica e hidrológica del Pantanal, no está representada en el modelo utilizado y no es válido para el Pantanal (Dunne). Los pronósticos de que los cambios en el nivel del río Paraguay como consecuencias de las alteraciones del canal y los cambios en el uso de la tierra en la cuenca, serán pequeños, no son válidos. Debido a su dudosa precisión, estos pronósticos sobre el nivel del agua no se pueden usar para calcular de forma segura los cambios en el área inundada. Por lo demás las complejas interacciones temporales y espaciales entre el nivel del río Paraguay y el nivel de los grandes y pequeños afluentes, la contribución de la precipitación local y el escurrimiento se combinan y hacen que el uso de modelos sea casi prácticamente imposible sin la ayuda de una documentación acumulada, que no existe. Sobre la base de un análisis inadecuado sobre la variación de las áreas inundadas, la mayoría de las evaluaciones de impactos sobre los procesos ecológicos y las especies asociadas a los humedales, también son incorrectos.(4)

Se detallan seguidamente los dos tramos, en esta oportunidad, de mayor preocupación.

1) Tramo Confluencia-Asunción: compartido con Argentina. (Confluencia es el punto de encuentro del río Paraguay con el río Paraná, entre las provincias de Chaco y Corrientes, y la República de Paraguay).

2) Tramo Asunción-Desembocadura del Río Apa: es el tramo de soberanía totalmente paraguaya.  Aquí están las propuestas de modificación del canal más conflictivas de la primera fase de las obras previstas por el proyecto, donde se encuentran lmas de una decena de los pasos rocosos.

“Los umbrales rocosos funcionan como presas naturales; si se eliminan, se eliminarán  áreas extensas del Pantanal… El colapso de los umbrales como medio de profundización, el canal navegable causará un impacto irreversible en la hidrología del Alto Paraguay. Además, la  eliminación de un paso rocoso puede provocar la aparición de otro, previamente sumergido. Esta es una posibilidad real en Alto Paraguay, donde ha estado la ocurrencia de afloramientos rocosos cada 40 km en y donde las pendientes que predominan en el cauce son tan suaves (en Perfil de la Facultad de SDSU – Dr. Victor M. Ponce – Informe de la Vía Navegable –  https://ponce.sdsu.edu/hidroviareportportuguesechapter0.html)

La aceleración de la concentración de escorrentía causada por las mejoras en las condiciones de navegación intensificarán la mayoría de las inundaciones anuales, podría reducir el período de retorno de las sequías plurianuales, y podría posiblemente causar un cambio climático regional, en el sentido de intensificar la aridez. El Pantanal existe por sus características condiciones climáticas/geológicas/geomorfológicas para retener agua, sedimentos y nutrientes. El aumento de la magnitud de las inundaciones se traducirá en un aumento de las pérdidas de sedimentos y nutrientes (Victor M. Ponce. Relatorio Hidrovía, PDF)

Argentina, por su total falta de intervención en los procesos de estudios -si realmente existen, decimos estudios ambientales sinérgicos de este proyecto que ahora se está ejecutando por las autoridades Paraguayas- y su evaluación previa, esta renunciando a un ejercicio de su soberanía y violando el cumplimiento y aplicación de los principios básicos que dan razón de ser al federalismo de concertación en el marco de los acuerdos preexistentes a la Constitución Nacional y por lo tanto, no garantizando el cumplimiento de la legislación ambiental nacional, regional y convencional.

Brasil, en un contraste más que interesante, decidió no dragar las nacientes del río Paraguay y los tramos protegidos, ámpliamente mayoritarios, en la mal llamada hidrovía. (5)

Lo que está liderando Paraguay, es una atrocidad ecológica y social que se puede tipificar penalmente como un ecocidio que merece toda la crítica y juzgamiento institucional regional, como ético. Estamos frente a un silencio oficial, realmente destructor de ecosistemas y futuros para los seres humanos y no humanos por-venir.

Finalmente, desde la Asociación Argentina de Abogadas/dos Ambientalistas hemos realizado el 6 de Setiembre una solicitud de acceso a la información pública y requerimiento de urgente convocatoria a las autoridades ambientales y de las Cancillerías de los países involucrados, a los efectos de considerar los graves impactos ambietales y sociales que todo este escenario de derrocamientos determinaría. El silencio de la Cancillería Argentina, con plazos legales vencidos, es escandaloso.

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Autores.

Alcides Faría. Ecología en Acción. ECOA, Campo Grande, Brasil.

Jorge Daneri. Asociación Argentina de Abogadas/dos Ambientalistas y Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial. CAJE.

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1 Asociación Argentina de Abogadas/dos Ambientalistas y  Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial.

2 “Alerta por la irresponsable intervención en los ríos Paraguay y Paraná: un ecocidio inminente.”

3 Efectos ambientales e hidrológicos del proyecto de Hidrovía Paraguay Paraná. Resumen de los Estudios de Impacto. Por Thomás Dunne. Capítulo 5. Panel de Expertos Independientes. página

4 Efectos ecológicos de la Hidrovía Paraguay Paraná. Son adecuados los estudios de impacto sobre el Pantanal? Por John Melack. Página 119. Panel de Expertos.

5 https://ecoa.org.br/dragagem-no-rio-paraguai-e-descartada-pelo-ministerio-em-area-de-preocupacao-cientifica/

Masacre de Pingüinos en Punta Tombo: Comienza un Juicio Oral único en Argentina

Punta Tombo: una batalla por la justicia ecológica

Por Lucas Micheloud para La Nación

El empresario ganadero Ricardo Adolfo La Regina enfrenta cargos por daño agravado y crueldad animal por la matanza de pingüinos

La atroz matanza de pingüinos de Magallanes en Punta Tombo, perpetrada entre agosto y diciembre de 2021, llegará finalmente a juicio oral el próximo 28 de octubre. En este proceso judicial, sin precedentes en Argentina, buscaremos la condena por los delitos de daños ambientales agravados (art. 184, inc. 5° del Código Penal) y crueldad animal (Ley 14.346). Estamos próximo a construir un precedente que constituya un punto de inflexión para que la impunidad no siga ganando terreno frente a los crímenes contra la naturaleza.

El empresario ganadero Ricardo Adolfo La Regina enfrenta cargos por daño agravado y crueldad animal, tras una serie de acciones ilegales y deliberadas perpetradas en la Estancia La Perla, lindante con el Área Natural Protegida Punta Tombo y con el Área Maritima protegida Punta Tombo que dispone la protección de Punta Tombo y Punta Clara, las que constituyen zonas de alimentación y tránsito del Pingüino de Magallanes, ambas se encuentran dentro del Sistema de Áreas Naturales Protegidas, y es núcleo de la Reserva Biosfera de UNESCO Patagonia Azul. Se trata, en otras palabras, de un ecosistema de altísimo valor ecológico, sujeto a rigurosa protección.

Desde la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas, junto a Greenpeace y Fundación Patagonia Natural denunciamos y nos constituimos como querellantes en este proceso, y formulamos junto al Ministerio Público Fiscal de Trelew y la Fiscalía de Estado de la Provincia de Chubut una categórica acusación contra el ganadero por usar máquina retroexcavadora para desmontar más de 1000 m2 de vegetación nativa, abriendo caminos sin estudios de impacto ambiental ni autorizaciones, destruyendo el hábitat reproductivo de los pingüinos, aplastando 175 nidos. Además, lo querellamos por el arrollamiento y muerte de centenares de pingüinos, incluyendo pichones y huevos, y la instalación de un cerco eléctrico de 6 hilos obstaculizando el libre tránsito durante la anidación.

La evidencia que llevaremos al juicio oral es categórica: imágenes satelitales aportadas por la propia National Geographic, fotografías y videos (terrestres y aéreos), informes y testimonios de expertos probarán la devastación de Punta Tombo. Exigimos una condena histórica que refleje la magnitud del daño ambiental y la crueldad practicada hacia los animales no humanos, enviando un mensaje claro a la sociedad: la protección de la naturaleza no es negociable.

Por otro lado, este caso como otros crímenes ambientales, expone una falla sistémica en nuestro marco legal: los tipos penales se basan en una perspectiva antropocéntrica que considera el ambiente y a los animales no humanos como recursos, cosas muebles u objetos, negando su valor intrínseco. La dominación cartesiana de la naturaleza, funcional al extractivismo, se traduce en su mercantilización y en la negación de los derechos inherentes a la naturaleza y los animales no humanos, con quienes cohabitamos el planeta.

Es por ello que la destrucción del ecosistema de Punta Tombo y Punta Clara exige no solo una condena ejemplar, sino también una profunda reflexión sobre la necesidad de reformar el Código Penal para incorporar delitos penales ecocéntricos y reconocer a los animales no humanos como sujetos de derecho. Además, los hechos enrostrados al ganadero configuran, a nuestro entender, un verdadero ecocidio, pero esta figura aún no está contemplada en nuestro sistema penal.

La condena ejemplar debe servir para cambiar nuestra cultura jurídica. El reconocimiento de los pingüinos como seres sintientes, como lo hizo la jueza penal de Rawson Ana Carina Breckle en la sentencia que resolvió la elevación a juicio oral, ha sido un gran avance en la ecologización del proceso, pero necesitamos ir más allá. Es evidente que los animales, como seres sintientes, experimentan dolor, placer y otros sentimientos, pero el simple reconocimiento de su sensibilidad no alcanza. Es necesario asignarles un nuevo estatuto jurídico que los reconozca como sujetos de derechos. La naturaleza, incluida la vida animal, como sujetos de derechos. Alberto Acosta y Enrique Viale, en su libro: “La Naturaleza sí tiene derechos, aunque algunos no lo crean”, afirman que, así como el siglo XX fue el siglo de los derechos humanos, el XXI debe ser el de los derechos de la naturaleza. Punta Tombo debe ser un llamado a comprender esta necesidad de reconocimiento legal de los derechos de nuestra madre tierra.

Tenemos la convicción que este caso concluirá con una condena histórica por daños agravados al ambiente y actos de crueldad animal. Sin embargo, necesitamos reformas ecocéntricas que incorporen tipos penales específicos para sancionar con mayor rigurosidad la nueva criminalidad ambiental: la deforestación indiscriminada, los incendios forestales, la contaminación masiva de ríos y océanos, y la destrucción de glaciares y la biodiversidad. Impulsar la efectiva aplicación de la justicia ecológica requiere erradicar la impunidad histórica de los poderosos que ha favorecido la destrucción del ambiente; este juicio debe sentar un precedente necesario para lograrlo.

Sabemos que la defensa de La Regina minimizará el impacto en Punta Tombo, apelando a una visión obsoleta de la propiedad privada, restando entidad a la catástrofe ecológica. Pero este juicio se centra en algo mayor: el choque entre dos visiones irreconciliables del mundo, una que ignora la naturaleza y otra que la defiende. Como querellantes, vamos a fondo. La impunidad no es una opción.

Lucas Micheloud, Co-Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas y querellante en el proceso penal de Tombo.

Por Lucas Micheloud

Equipo Transiciones

 ⚡ El Equipo Transiciones presenta sus propuestas de salida a la crisis en Rosario 

El Equipo Transiciones convoca este próximo lunes 30 de septiembre a un encuentro estratégico para la construcción de agendas orientadas a una transición ecosocial justa en Argentina. La cita es el lunes a las 18:30 hs en la Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Ciencias Económicas y Estadística (Oroño 1261). El Equipo Transiciones es una coalición diversa de organizaciones, colectivos y equipos de investigación que han decidido articular sus esfuerzos para trazar horizontes comunes frente a las múltiples crisis que afectan a nuestro país. A partir de un diagnóstico conjunto, el equipo identifica la necesidad urgente de abordar las desigualdades sociales, ambientales, de género y raciales para construir alternativas que integren la justicia social con la justicia ambiental.

Este equipo se presenta como un espacio de elaboración colectiva y radical que tiene como objetivo proponer salidas y nuevas institucionalidades en materia socioeconómica, energética y ambiental.  Una respuesta a un contexto de retroceso en materia de derechos y políticas públicas, exacerbado por la combinación de factores internos y un contexto geopolítico adverso.

El evento convoca a actores sociales, políticos y académicos a la construcción conjunta en torno a una agenda ecosocial integral, que considere tanto la crisis climática como la urgencia de mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población. Contará con la participación de las personas referentes en las distintas áreas de trabajo 

  • Maristella Svampa (Pacto Ecosocial e Intercultural del Sur, Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial)
  • Corina Rodríguez Enriquez (CONICET/CIEPP)
  • Guillermo Peinado (UNR, GEEAS, ASAUEE)
  • Pablo Bertinat (Taller Ecologista, Pacto Ecosocial e Intercultural del Sur)
  • Melisa Argento (CONICET UNR, CAJE, GyBC)
  • Damián Verzeñassi (INSSA UNR)
  • Coordinación: Jorgelina Hiba

En un país donde la crisis multidimensional profundiza las brechas sociales y ambientales, este evento ofrece una oportunidad para construir propuestas de salida hacia un futuro ecosocial a partir de diagnósticos y propuestas concretas. No es posible abordar la crisis ambiental sin enfrentar al mismo tiempo las desigualdades estructurales que afectan a los sectores más vulnerables. Así, la transición ecosocial debe ser también una transición justa popular, capaz de integrar agendas intersectoriales

Este momento histórico demanda una respuesta articulada y colectiva. La coyuntura nacional está marcada por el avance nacional de políticas regresivas que, además de ser autoritarias y excluyentes, profundizan la desigualdad estructural. En este sentido, la convocatoria subraya la necesidad de promover más diálogos intersectoriales que permitan construir políticas públicas orientadas a la justicia social y ambiental. Esto implica repensar también los modelos de producción y consumo, con un enfoque en los cuidados, la energía, la discusión alrededor de la deuda ecológica-financiera, el cuidado de los bienes comunes y la salud.

Las organizaciones y redes que componen el Equipo Transiciones incluyen: Pacto Ecosocial e Intercultural del Sur (capítulo argentino), Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial (CAJE), Asociación Argentina de Abogades Ambientalistas, Grupo de estudios en Geopolítica y Bienes Comunes (GyBC), Taller Ecologista, Trama Tierra, Observatorio Petrolero Sur (OPSur), Instituto de Salud Socioambiental (INSSA), Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (CIEPP), Fundación Rosa Luxemburgo (FRL-Cono Sur), Asociación Argentino-Uruguaya de Economía Ecológica (ASAUEE), Grupo de Investigación sobre Economía Ambiente y Sociedad (GEEAS), entre otros actores especializados y comprometidos con la construcción de alternativas ecosociales.

El Equipo Transiciones no es un espacio de diagnóstico pasivo, sino un lugar de acción colectiva. A través de propuestas específicas y bien fundamentadas, el equipo se propone sentar las bases de una nueva institucionalidad política que pueda enfrentar de manera efectiva las crisis entrelazadas de carácter socioeconómico, ambiental y energético. 

La invitación es a sumarse a esta construcción de alternativas ecosociales que pongan en el centro la justicia social y ambiental.

Contactos de prensa 

Melisa Argento, 341 5994819

Pablo Bertinat, 341 5429278

Guillermo Peinado, 341 2166759

Damián Verzeñassi, 341 3548550

Pueblo originario pide a la SEC que investigue a las empresas de fracking que operan en Argentina

por By Katie Surma, Keerti Gopal para Inside Climate News

NUEVA YORK—En una mañana lluviosa en el distrito financiero de Manhattan, Jorge Nawel llegó a la oficina regional de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) con una carta. Como líder de la Confederación Mapuche de Neuquén, una comunidad de pueblos originarios de Argentina, solicitaba a la comisión que investigue a las empresas que realizan fracturación hidráulica en su país y que cotizan en bolsas de valores de EE. UU.

La carta, escrita en español y dirigida al presidente de la SEC, Gary Gensler, fue revisada por Inside Climate News. En ella se hacía referencia a las operaciones de fracking en la región norte de la Patagonia argentina, conocida como Vaca Muerta, desde principios de la década de 2010. Vaca Muerta es una zona del tamaño del estado de Maryland y hogar de decenas de comunidades mapuches.

Nawel—acompañado por Gonzalo Vergez, abogado de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, y Sandra Silva, directora regional para América Latina y el Caribe de la organización sin fines de lucro Thousand Currents—entregó la carta a dos empleados de la SEC el jueves.

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“Queremos dejarles este documento en sus manos, para llamar la atención sobre el gran impacto que está teniendo esta tecnología”, dijo Nawel en español, con Silva interpretando. “Esperamos que esto pueda llegar a manos de los líderes de la comisión”.

La Confederación Mapuche solicitó al regulador de valores que investigue “urgentemente” las “consecuencias de la explotación descontrolada” de hidrocarburos y elabore un informe público sobre la situación “ambiental, social y cultural” en Vaca Muerta. La carta también insta al regulador a informar a los inversores sobre los riesgos de invertir en empresas que operan de manera “ambientalmente inaceptable”.

La ley de valores de EE. UU. se enfoca principalmente en la transparencia mediante reglas de divulgación obligatoria que requieren que las empresas proporcionen información veraz a los inversores sobre sus operaciones. En los últimos años, los defensores han presionado a los reguladores para que adopten reglas que requieran la divulgación de riesgos ambientales y de derechos humanos.

Jorge Nawel, líder de la Confederación Mapuche de Neuquén, frente a la icónica estatua del toro de Wall Street el 26 de septiembre. Crédito: Keerti Gopal/Inside Climate News.

La carta de la organización mapuche alega que las empresas que cotizan en EE. UU. están operando en Vaca Muerta con poca supervisión. Las empresas están liberando gas metano “sin control estatal” y no han sido transparentes sobre la cantidad de gas quemado en el campo mediante venteo, según alega la carta. Los gases, que contienen benceno y otras sustancias tóxicas, pueden afectar la salud humana, dice la carta.

El fracking en Vaca Muerta ha provocado más de 500 terremotos y grandes volúmenes de residuos, lo que representa una amenaza para las personas y el medio ambiente, según alega la carta.

“Nuestra cultura está amenazada, nuestros territorios son invadidos y contaminados, nuestra flora y fauna están envenenadas, nuestro aire está afectado por químicos y nuestro suelo está temblando al mismo tiempo que la explotación descontrolada”, dice la carta.

La carta, firmada por Nawel, afirma que la mitad de las empresas petroleras que operan en Vaca Muerta están reguladas por la SEC. No se mencionan firmas específicas.

La SEC no respondió a una solicitud de comentarios.

Pueblo mapuche protesta contra la extracción de petróleo y gas en el sitio de perforación Loma Campagna en Vaca Muerta, Argentina, el 2 de abril de 2023. Crédito: Katie Surma/Inside Climate News.

En Vaca Muerta, se violan los derechos del pueblo mapuche, se criminaliza a los defensores de la tierra mapuche y existe un doble estándar por parte de las empresas petroleras, que respetan mejores prácticas ambientales en sus países de origen mientras contaminan “sin piedad” al operar en el extranjero, alega la carta.

En las últimas décadas, la Corte Suprema ha dificultado cada vez más que los ciudadanos no estadounidenses presenten demandas en los tribunales de EE. UU. por presuntas violaciones de derechos humanos. En marzo, la SEC adoptó reglas sobre la divulgación de riesgos relacionados con el cambio climático, pero esas reglas están suspendidas debido a una serie de desafíos legales presentados por las empresas.

La SEC no tiene reglas vinculantes para la divulgación de riesgos sobre derechos humanos. Los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que no son vinculantes, recomiendan que las empresas publiquen voluntariamente informes formales sobre estos riesgos y expliquen cómo están siendo abordados. Sin embargo, las empresas rara vez lo hacen.

Victoria

Urgente, mil manos para Victoria

por Jorge Daneri para Análisis Digital

Parece ridículo explicar sus consecuencias inhumanas. Quizás sí exponerlas para los seres vivos no humanos, pero ahora no es el objetivo de estas palabras. Victoria, la de las siete colinas, se está secando.

Cientos de causas se pueden exponer frente a semejante realidad. Los anti Estado que dicen que el libre mercado lo resolverá, los burócratas que no salen o no se animan a saltar de sus zonas de confort, o los militantes funcionarios de la Agenda negacionista, el no tenemos plata y los alienados al  infierno mental de sus mundos digitales.

Mientras el pueblo de Victoria se queda sin acceso a las aguas, la política del  auto proclamado “No” político Javier Milei, anunciará en las Naciones Unidas, la liberalización de todas y todos, más este río.

En su cauce principal, si existen dragas ¡y qué dragadoras!

Pero para abrir pasos taponados por décadas de descontrol por esas mismas mega dragas y que las aguas puedan fluir hacia el valle de inundación del ejido de Victoria, no existen urgencias ni tiempos prioritarios. Menos aún dragas públicas que solidaria y fraternalmente puedan brindar, esas manos. Las fundieron, las vaciaron, las hundieron o las regalaron a las corporaciones multinacionales.

El pueblo de Victoria se está quedando sin agua. ¿Se comprende?

Estas reflexiones, ojalá puedan servir para que algún fiscal de esos Ministerios Públicos mínimamente valiente, o esos jueces que sí tienen tiempo para avanzar en causas ambientales y resolverlas como el Derecho Constitucional y Ambiental disponen, puedan tomar estos hechos, como una solicitud de ejercicio de la ética del cuidado mutuo, de sus pueblos, como una ética del cuidado de las instituciones democráticas a escala humana, no digital, y disponer la inmediata convocatoria al Comité de Emergencia Ambiental del Delta conformado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el 2020, para que se garantice todo eso que se debe poner para sostener el aún milagroso artículo 85 de la Constitución de la Provincia de los ríos libres, y el pueblo de Victoria no se sienta vulnerable y abandonado por los unos y los otros.

(*) Miembro Asociación Argentina de Abogadas/dos Ambientalistas y de la Unidad de Vinculación Ecologista de la Fundación La Hendija, Paraná.

El último río de la patagonia

El último río de la Patagonia: a diez años de su comienzo, la lucha por el río Santa Cruz continúa

Tras una década de vaivenes sobre el río Santa Cruz, que parecía encarar una batalla perdida, la serpiente de agua turquesa que viaja desde la cordillera de los Andes hasta el Mar Argentino, sigue fluyendo libremente. La película “El último río de la Patagonia”, dirigida por Sofía Nemenmann (AAdeAA/CAJE) e Ignacio Otero, narra una de las travesías en kayak organizadas en defensa de este emblemático río.

El documental narra un viaje plagado de emociones al ritmo vertiginoso del agua: 4 días de remo, 3 noches de camping, 27 activistas viajan desde distintas regiones de Argentina, Alemania, Estados Unidos y Chile para conocer el río Santa Cruz y remar sus 360 kilómetros. 

Luego de meses de incertidumbre, la construcción de las mega-represas Jorge Cepernic y Nestor Kirchner sobre el río Santa Cruz, permanece paralizada, a la espera de nuevos desembolsos capaces de reactivar la obra. 

VER EN CINE.AR https://play.cine.ar/INCAA/produccion/9075

En defensa de sí mismo, el río ha librado una batalla incesante con crecidas extraordinarias, inundaciones, movimientos sísmicos y demás fenómenos que han derribado puentes y estructuras a lo largo de su curso. Como resultado, a 10 años de la primera concesión, no se ha logrado avanzar en ninguno de los objetivos previstos, ni siquiera en la desviación del caudal principal que permitiría la puesta en marcha de los muros de hormigón, la pieza central de esta infraestructura.

El documental captura la red de defensores socioambientales que lucha por la libertad de este río, llevando adelante una resistencia que parecía perdida, pero que sigue viva y libre.

Imágenes de naturaleza salvaje, una travesía a través de los paisajes más inhóspitos del país y un centenar de curvas que convierten a esta arteria glaciaria en una serpiente transportadora de nutrientes y tesoros invaluables. El cortometraje ofrece una mirada profunda hacia la majestuosidad y la fragilidad de este ecosistema único, mientras el río despliega su danza surcando el territorio santacruceño.

Un viaje. Un grito. Un conjuro por la libertad de los ríos.

Incendios, negacionismos y cambio cultural

En las últimas décadas, los incendios cambiaron de magnitud; son megaincendios. Resultaría contraproducente seguir entendiéndolos como “desastres naturales” sin problematizar la noción de “desastre natural”.

por Maristella Svampa para elDiarioAr

n bombero trabaja para contener un incendio en una zona verde este jueves, en la ciudad de Manaos, Amazonas (Brasil). Amazonas.
Un bombero trabaja para contener un incendio en una zona verde este jueves, en la ciudad de Manaos, Amazonas (Brasil). Amazonas. EFE

Hemos entrado a un territorio incierto y desconocido, el de los colapsos climáticos localizados, el de los eventos extremos, cada vez más frecuentes: inundaciones, olas de calor y de frío, vientos huracanados, tornados, sequías, incendios… Hoy es el turno de los incendios: se prende fuego la Amazonía, se prende fuego Córdoba, se prende fuego el Pantanal, el humedal más grande del mundo. El humo invade las ciudades de Asunción, llega hasta Buenos Aires. Incluso hay quienes dicen haber visto humo en las alturas de Machu Pichu.

En las últimas décadas, los incendios cambiaron de magnitud. Están por todos lados y ocupan cada vez más espacio en las noticias. Por su magnitud y escala, se trata de megaincendios. Resultaría contraproducente seguir entendiéndolos como “desastres naturales” sin problematizar la noción de “desastre natural”. Estos incendios son producto de la crisis climática que estamos atravesando como planeta, algo directamente asociado con la dinámica del capitalismo neoliberal, cuyo carácter concentrador y ecocida acelera aún más la espiral del colapso ambiental. Según National Geographic a estos megaincendios se los llama “incendios de sexta generación” ya que por su intensidad alteran la dinámica de las capas altas de la atmósfera y generan vientos que pueden ser muy difíciles de predecir, por lo que no es posible seguir el comportamiento del fuego. El fuego libera una gran cantidad de energía, dando lugar a que se forme una meteorología propia dentro del incendio. Los megaincendios devienen así muy destructivos e incontrolables.

Gran parte de los múltiples focos de incendios que hoy se esparcen son disparados por el cambio climático, con el aumento de las temperaturas, el estrés hídrico y la sequía. El peligro se multiplica en la temporada seca, como viene sucediendo en las últimas semanas en el valle de Calamuchita o en las Sierras Chicas, Córdoba. Hace unos días, el fuego llegó a la autopista que une Córdoba capital con Carlos Paz.

Inmenso incendio a 2.500 metros de altura, en Tafí del Valle David Correa

La sequía sacude también la gran región Amazónica. Y sucede, como escribe la periodista brasileña Eliane Brum, que esos ríos voladores de la Amazonía que en verano nos traen humedad, hoy, en la cada vez más extendida temporada seca, nos traen el calor y el humo. Así, con la emergencia climática, la temporada seca se amplía cada vez más y llega antes de lo previsto.

También sabemos, y nadie puede hacerse el distraído, que muchos incendios son intencionales, porque son enormes los intereses de quienes buscan arrasar los territorios, desmontando montes, bosques y humedales, y utilizar la tierra para actividades económicas, sin respetar los ciclos de la naturaleza. Esto sucede con la expansión de monocultivos como la soja, de la ganadería extensiva (la expansión de la industria cárnica es una suerte de tabú, que nadie quiere abordar, tanto o peor que la soja, por el aumento en las emisiones de CO2), y, por supuesto, el avance de emprendimientos inmobiliarios. Todas estas actividades requieren desmonte y cambios en el uso del suelo. Y generan otros impactos negativos, como la escasa absorción del suelo frente a lluvias torrenciales e inundaciones, entrampándonos cada vez más en un círculo perverso de eventos extremos, que se van potenciando entre sí, alimentados por un tipo de economía que no respeta las fronteras planetarias.

Todos recuerdan “el día del fuego” instaurado hace unos años por el expresidente J. Bolsonaro en Brasil, en el que los ganaderos y otros productores salen a hacer las quemas, práctica que está muy difundida tanto en Paraguay como en Argentina y Bolivia. En el vecino país andino, donde el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) benefició la expansión descontrolada de la soja como ninguna otra gestión, incluso en detrimento de territorios protegidos, hubo grandes incendios, como el de la Chiquitanía en 2019, cuando se quemaron más de 2 millones de hectáreas y casi seis millones de mamíferos perecieron. Sólo en lo que va de 2024, en Bolivia se quemaron ya el doble, unas cuatro millones de hectáreas, superficie equivalente a Suiza. Tal es la gravedad de los incendios que el gobierno boliviano, que recurrió a la ayuda de los países vecinos, acaba de prohibir la quema de pastizales por tiempo indeterminado. 

Suspenden vuelos y clases presenciales en zonas más afectadas por los incendios en Bolivia. EFE

En Argentina, los incendios afectan todos los ecosistemas, todas las provincias. En 2022, Corrientes perdió casi 1 millón de hectáreas arrasadas por el fuego, el 12% de la superficie provincial. La sequía histórica y la crisis climática, asociada a la expansión de modelos concentradores de la tierra (como el monocultivo forestal) fueron la chispa del incendio que devoró una quinta parte de los Esteros de Iberá, el mayor humedal de la Argentina. ¿Cómo olvidar las imágenes de ese tremendo incendio, los cuerpos de animales carbonizados y aquellos yacarés que vimos en las fotos, buscando escapar del fuego, la muerte y el horror en los ojos?

Hablando de incendios, quisiera contar en esta columna que desde 2022, con escritoras y periodistas amigas, Claudia Aboaf, Soledad Barruti, Gabriela Cabezón Cámara, Dolores Reyes creamos la colectiva ecofeminista y socioambiental Mirá. Dicha grupalidad se formó al calor de la defensa de las costas bonaerenses y del mar argentino frente a la expansión petrolera offshore. Hoy, en 2024, nos une la urgencia de contribuir a la instalación del debate sobre la crisis climática (responsabilidad de los países más ricos), y su relación con el actual modelo neoextractivista en Argentina y América Latina, que impulsan los diferentes gobiernos, más allá del signo político, sean oficialistas u oposición.

La propuesta de Mirá Socioambiental es la de entrar en conversación con las voces de los territorios, y generar otros lenguajes de valoración, lenguajes eco-literarios; tratar de llegar ahí donde el periodismo ambiental y la investigación científica a veces no llegan, en relación con las problemáticas socioambientales. Por eso, acabamos de publicar el primer episodio de una serie, El territorio habla que tratará de los principales desafíos socioambientales de nuestro país. En el episodio 1, “Todas las Fuegas el fuego”, las integrantes de Mirá Socioambiental viajamos este verano de 2024 a Córdoba para hablar de los incendios y escuchar a las Fuegas, colectiva ecofeminista de brigadistas comunitarias, que entran y salen del fuego, creando al mismo tiempo comunidad. Con y junto a ellas nos preguntamos: ¿por qué se incendia América Latina? ¿Por qué se prende fuego Córdoba? ¿Qué hay detrás de la devastación de territorios, de la fauna, de la biodiversidad? ¿Qué formas toma la resistencia ante el avance del fuego y qué nuevos oficios se gestan ante la aceleración del cambio climático?

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Difícil sería negar que la Argentina atraviesa uno de sus momentos más oscuros, de la mano de un gobierno de extrema derecha que además de favorecer a los sectores más ricos y concentrados, de arrasar con nuestros derechos, de buscar disciplinar a la sociedad y de desmantelar el Estado, es también negacionista desde el punto de vista climático (como lo son D. Trump y J. Bolsonaro). En esa línea no hay nada que esperar.

Este gobierno empeorará los impactos en términos de colapsos climáticos localizados. Mucho más ahora que se aprobó el RIGI (Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones), que construye un régimen de privilegio para las inversiones superiores a los US$200 millones. No cabe duda de que dichos emprendimientos significarán una mayor expansión de la soja, de la ganadería extensiva, del llamado “desarrollo inmobiliario”, y de todo tipo de extractivismo, transnacional y de capitales nacionales.

El presidente Javier Milei no cesa de hablar de los empresarios como “benefactores sociales”, muchos de los cuales son los máximos responsables de estos graves delitos ambientales, que tienen como consecuencia la destrucción de ecosistemas críticos, como montes, bosques y humedales.

Pero no es sólo el negacionismo terraplanista de este gobierno, que se regocija abiertamente en el ecocidio y cuyos seguidores y funcionarios pueden arrogarse el “derecho a contaminar”. Aunque no dudamos de que hay cada vez más argentines, sobre todo jóvenes, que son conscientes de los enormes riesgos ambientales que atravesamos, también existen sectores importantes de la sociedad que continúan abonando a una suerte de negacionismo climático implícito. Se preocupan hoy, cuando les arde la garganta por el humo de los incendios y se preguntan frunciendo la nariz de dónde viene, o se alarman cuando ven llegar el fuego, que amenaza incluso la vida protegida de los countries (como sucedió en la localidad de La Calera, vecina a Córdoba capital), y comprenden de golpe que, aunque “los sin muro” son más vulnerables, nadie está a salvo verdaderamente de estos desastres climáticos.

Incendios en Córdoba: se contuvo el foco en La Calera pero el fuego no cesaba en Ambul. NA.

Pero al día siguiente, una vez más, cuando el último foco es apagado o el humo desaparece del horizonte, en vez de exigir urgentes políticas públicas y/o volcarse a la participación ciudadana, vuelven a actuar como si no pasara nada.

El deseo de retornar a la normalidad es humano, demasiado humano, y ciertamente atraviesa todas las clases sociales, pero también nos hunde más en el abismo de la negación. De nada sirve “volver a la normalidad” si esta ya no existe como tal. Sólo dilata nuestras respuestas, las pospone, las envía al inconsciente o las archiva en una zona de confort psicológica, hasta que el próximo evento extremo vuelva a trastocarlas y nos coloque de frente, una vez más, ante la insoslayable realidad urgente y oscura.

Como colectiva socioambiental, desde Mirá, como escritoras e investigadoras, también nos preguntamos: ¿qué estética y qué pedagogía tenemos que adoptar para conmover y generar un cambio cultural en la población respecto de los desafíos ambientales que enfrentamos?

Necesitamos interpelar a la sociedad, más que nunca, porque este cambio cultural que exige políticas públicas de regulación del capital, de protección de los bienes comunes y naturales, de adaptación a los riesgos climáticos y una amplia participación ciudadana, una política integral de cuidados no provendrá de un gobierno negacionista y liquidador de derechos, ni de los empresarios, hoy “benefactores sociales”. En eso, al menos, estamos todes de acuerdo. Necesitamos generar un cambio cultural, antes de que sea demasiado tarde. Y para ello, urge crear espacios luminosos en medio de la oscuridad.